Está lloviendo, se está metiendo el agua por la ventana. Siempre se mete por algún lado, por más reparaciones que haga, termino poniendo ollas por todos lados.
Este rancho no aguanta más remiendos, tengo que irme de aquí, mañana mismo empiezo con eso.
Mañana voy y me compro mi kinito, para salir de esto. Me voy a parar bien temprano para consultar a los caracoles y pegarme un triplecito. No me la calo más. Cada vez que llueve es lo mismo, agua por aquí, agua por allá. Nada más me falta que me llueva encima!
Menos mal que no se ha abierto ningún hueco encima de mi cama, porque sino, tendría que irme a dormir para otro lado. Y aquí estoy bien arropadito, y eso me gusta. Con mi mono, mi chemisse, y mi sábana, bien tibiecito, bien escondido. No me voy a parar, aunque no pueda dormir, estoy difrutando de estar aquí, en mi cama, enrollado, como un feto, fumándome ese cigarrito que tanto he prometido dejar y que siempre ilumina, como bendita luciérnaga, mis noches de insomnio. Aunque me de un dolor de garganta horrible, y en las mañanas casi siento la infección radiactiva alrededor de ésta. Para esto, me tomo mi jarabe salvador, Metoxifilin, suena como si fuese a combatir la sífilis, pero la tomo para mi infección constante de garganta.
Elixir, dice el frasquito blanco, en lugar de jarabe y nunca mejor dicho, una cucharada y ya estoy bien. Sigo gritando cuando creo que ganará ese caballo que paga 12.000 a ganador, sigo fumando mientras espero que me traigan el almuerzo, durante el almuerzo, para pasar la comida. Antes de tener sexo, para relajarme, mientras mi hembra me hace el sexo oral, pero que no se de cuenta. No lo hace, está tan concentrada. Luego del sexo, porque es obligación y de nuevo Metoxifilin, una y otra vez. Mi elixir. Me lo consigue José Luis, que trabaja en una farmacia y se lo roba, porque se necesita recipe. Y según las indicaciones : Producto delicado que debe ser administrado bajo estricta vigilancia médica. Su uso frecuente puede ocasionar intranquilidad o insomnio. Me río pensando que con eso debieron hacerme los teteros cuando era un chamito.
Antes, cuando era un niño, tenía una pesadilla recurrente que me trataba de explicar al mundo y al Universo, y yo huía de tamaño descubrimiento, porque se mostraba tan simple y complicado al mismo tiempo, todo en 1,2,3 e igualmente explicando el porqué de las galaxias sub-atómicas. Yo era quizás demasiado intelectual para el corazón de niño que tenía y que creo conservar, y eso me confundía. No sabía si quería ser pintor o científico, y eso me causaba grandes angustias. Mis padres nunca supieron crear un balance entre ambas, para ellos siempre debía abandonarme a mi deber y al mismo tiempo ser feliz. O ser feliz, sacrificando el deber, pero nunca un equilibrio, y eso me confundía mucho. Quizás por eso ahora soy tan extremista. No me enseñaron de equilibrios.
Ese desequilibrio me causaba pesadillas. Pero ya no tengo esas pesadillas, ahora son alucinaciones en vigilia, que me hacen sentir que soy demasiado rápido y que el mundo pasa demasiado rápido, es algo incontrolable y difícil de explicar. Aunque trate de hacer las cosas muy lentamente, siento que las hago a velocidades vertiginosas y así el resto del mundo. Si muevo algo, si interactúo, los objetos también se mueven de una manera demasiado veloz. Todo es súper rápido, incluso el mundo, pero la ley de la relatividad se va a la mierda, porque todo es rápido y nada es relativo a nada, todo va a la velocidad de la luz, desesperantemente.
Cada vez que hago algo, es demasiado rápido, para entenderlo, para considerarlo, para detenerse a entenderlo. Casi entiendo ahora lo que es tener retraso mental. No puedo controlar mi cuerpo, o mis pensamientos, o al mundo. Soy un estúpido espectador que no entiende cómo pasan las cosas, que le sucede a sí mismo, como puede existir.
¿¡¡¡Cómo es posible que todo se pierda en un voraz vorágine que todo lo consume, un abismo espiral que nos absorbe, que nos succiona hacia el centro de la nada, lanzándonos indolentemente hacia la durísima pared de la realidad, centrifugando nuestras almas en un torbellino de confusión, desesperanza, entumecimiento y vacío!!!?
Ya entiendo a Bukowski, qué fácil es ser poeta y qué difícil es ser hombre.
Para la mañana, ya el Metoxifilin perdió su efecto. Yo desayuno mi cigarro y salgo a la calle. Soy un hechicero y lejos de tener respeto, glamour y éxito, me han mandado a la cárcel, calumniado y humillado. Mis poderes, reservados sólo para ayudar a los demás, y jamás salvarme de mis propias condenas, traspasan gracias a las grandes figuras de los cielos y los infiernos, las penas y desgracias de mis clientes a mí, en un equilibrio kármico por el dinero que les quito. ¿Y a dónde va todo ese dinero? A mis 2 hijos, a mis abogados, a dar préstamos que jamás regresan, a solucionar problemas de los demás, a comprarle cosas a los que no tienen nada. Para allá va mi brujería, mis hechizos, aquel embrujo que aprendí.
La gente es sumamente viciosa, eso lo he aprendido. Pero nadie quiere admitirlo. Unos aman el sexo, otros la comida, el juego, las drogas, la cafeína, la nicotina, el Metoxifilin. Eso para los que podemos admitirlo más abiertamente, pero hay gente con vicios más oscuros o aún peor, más cotidianos. Unos les llaman manías inocentes, como nunca beber agua en un vaso corto o no escuchar música antes de cierta hora, pero existen algunas más peligrosas, por obsesivas. Tantas cosas que he descubierto en mi visitas a los clientes. Son mucho más ritualísticos que yo, con sus adornitos, sus alfombras, sus ventanas, con todas sus cosas. Cuidan tanto el mundo que tienen alrededor, aunque el interior se desmorone, esté en ruinas o esté pasando por la más terrible crisis. Eso les da la impresión de que todo está bien, a pesar de lo que sienten. Yo veo que están a punto de matar a alguien y dejarlo todo bien limpiecito.
La obsesión de la gente con el orden y con la limpieza es una complacencia social para quienes tienen cierto tipo de caos incontrolable en sus almas, lejos del caos que puede ser transformador, y desembocar en creación y paz, este caos del que hablo, es un terremoto de considerables proporciones, totalmente horrible, perfectamente decorado, organizado e inmaculado. Es un sofá donde nadie puede sentarse, una mesa ornamental, una mascota disecada. Perfecta, inmortal, intocable. Al final de todo, cada quien tiene su propio vicio, el chocolate, la Coca – Cola, ver demasiada televisión, aprendiéndose miles de nombres de personajes y situaciones que realmente sólo existen en nuestras mentes, como nuestras fantasías, como nuestros sueños, como nuestros oscuros pero vívidos vicios. Todo es un escape, todo es un vicio, una solución rápida, momentánea, pero muy muy muy eficaz para ser FELIZ!!!
Porque ser feliz no es más que llenarse la vida de tantas cosas que uno no pueda hallarse solo, o mejor dicho vacío. Es poner la radio a todo volumen para no escuchar los pensamientos, es tener tantas fiestas o novias o drogas para jamás sentirse solo. Es aprender a beber en grandes cantidades para vencer al miedo. Es poner la tv automáticamente antes que la cabeza empiece a trabajar, cosa que debemos evitar a toda costa. La felicidad reside, hermanos, en nuestro corazón, muy lejos de nuestro cerebro, dueño y señor de las preocupaciones y los problemas, que sólo están allí, en el mundo de las ideas, en nuestra forma de pensar y jamás! en el mundo que nos rodea, que apenas es una impresión de lo que creemos que existe. Todos tenemos lentes puestos, unos rosados, otros oscuros, rotos, inadecuados, cóncavos, convexos, pero nadie ve lo que realmente está allá afuera. Cierro los ojos y me toco. Ya no sé si es mi mente la que me dice, sí, es tu brazo, es un vaso o es algo totalmente diferente que no puedo verificar. Mientras tanto yo beso con los ojos abiertos, no me atrevo a cerrar los ojos y saber que allá afuera, fuera de mí, sin mi control, sin que yo pueda hacer nada al respecto, están sucediendo todo tipo de cosas.
Por eso no duermo, porque no puedo cerrar los ojos y confiar en que todo estará bien, aunque yo no esté mirando.
Eso es la felicidad, definitivamente, ruido. Interferencia, melodía, grito, grillos, canto, noticias, habladurías, conversaciones, gemidos, más interferencia, más gemidos. Pero que esté sonando algo, que algo nos esté ahuyentando de nosotros mismos, muchas luces de neón, mucho amoblado moderno de acero inoxidable, vanguardista, gris, sobrio, encantador. Allí se crea mucho ruido, y al mismo tiempo, tranquilidad, de que nada esté fuera de su lugar, que nada se mueve, que todo quede museísticamente perfecto e intocable. No tomar fotografías con flash por favor, es mi vida la que está aquí expuesta. Ahora, si, entremos en el cuarto principal ...
Ojalá yo hubiese estudiado, y me hubiese alejado de aquí, hubiese vivido en algún otro lado, lejos de lo que conozco y aprendiendo cada día, de algo que desconozco totalmente, sería el peor alumno, el mejor para ser enseñado, porque no sabría nada, y quizás, a la semana, estaría igual. Sería el caso más especial. El hombre que no puede aprender. Y no me verían tratando de estudiar todo lo que pueda y fallar, lastimosamente. Tampoco durmiendo en un mueble, con una botella en la mano, olvidando ir a clases. No, simplemente un hombre normal, voy a clases, tomo apuntes, falto a algunas otras. Me quedo dormido, llego tarde, hablo con profesores, demuestro interés, pero el día del examen, no puedo escribir nada. Dejo todo totalmente en blanco, como un pintor sin inspiración, que ni siquiera pone la firma, pero fascinado observa el lienzo por todas las posibilidades que tiene de crear el cuadro perfecto, aquél que no le deje nada más que hacer, que use los colores adecuados en la manera adecuada, y ya no halla que pintar más, que todos hablen de su cuadro y se estudie, se discuta, se exhiba. Un pintor que se haga famoso, lo llamen, lo entrevisten, le pidan hacer otro cuadro, otro más, porque ese, el perfecto, ya se vendió...
Así que lo dejo así ... en blanco. |