A la agente especial Dorothy Rotten fue encomendada la peligrosa y confidencial misión de acabar con el jefe narcotraficante colombiano el señor Alberto Escobar Ordóñez Méndez Arzuaga Gaviria Cagafuocco, residente en un búnker bien custodiado de Miami. Dado el exagerado y conocido apetito sexual del delincuente, hubo que preparar a la escurridiza Dorothy de manera inusual para esa misión.
Luego del rotundo fracaso, el Pentágono exigió explicaciones a la CIA cuyos miembros culparon a Dorothy, no sólo de la permanencia con vida del jefe narco, sino de la explosión de un hotel céntrico dos horas después de la incursión de la mencionada agente al búnker de Miami: “es que era demasiado puta”, señaló George Shiteater, uno de los responsables del extraño suceso.
Con el objeto de esclarecer este desafortunado caso, nos adentraremos en el corazón mismo de la CIA y en sus sofisticados métodos de defensa. Entonces hacemos mención al doctor Hill Verguson, médico forense, cirujano plástico, abogado, experto en explosivos, y coleccionista de encendedores antiguos, quien al ser consultado por el desastre dijo: “el plan era excelente, sólo que Dorothy era demasiado puta”.
La agente Rotten había sido sometida a una serie de cirugías plásticas; había recibido, gratuitamente, implantes en el culo y en las tetas; ella misma estaba feliz con su nuevo aspecto que fue mejorado para infiltrarse en la residencia del colombiano para seducirlo.
No obstante ella exigió el doble de paga por su trabajo: “si ustedes pretenden que me tire al fucking sudaca apestoso para servir a la patria, más les vale pagármelo con creces, gustosa mataría al muy cerdo luego de fornicar, mas no podría salir viva de ese nido de latinos indigentes”.
Sin embargo la mujer no supo a ciencia cierta cómo iba a asesinar al hombre, según Henry Mc Jappy, portero del edificio de Estado, “ella lo pasaba mirando su hermoso cuerpo en el espejo del ascensor, estaba como embobada con sus curvas”.
El doctor Verguson, entrevistado por un corresponsal de la CNN en Belgrado, se dispuso a revelar el secreto años después, a cambio de cuatro encendedores de marfil forrados con escroto de mono hindú procedentes de Taiwán.
“Tú sabes, John, que a veces se sacrifican objetivos para tener éxito… el colombiano tenía fama de latin lover, un muchacho vigoroso… Yo mismo hice los implantes en las tetas de Dorothy, tú sabes. George y yo tendimos la trampa… nadie debía saberlo, y Dorothy… Oh, esa mujer, John, tú sabes… se veía muy mal antes de la misión, muy mal, John, fueron tres operaciones… ella misma estaba muy contenta, John…”
Aparentemente, la agente Rotten era muy fea, decían que el único que le había puesto una lengua en la vulva fue un soldado de la marina, un hombre rústico cuyo nombre permanece aún en el anonimato, no por haber asesinado diecisiete niños en Afganistán con una pistola de agua cargada con ácido sulfúrico, sino justamente por el incidente mencionado con Dorothy. Cuentan los testigos que ella estaba muy bien, muy bien con sus tetas y sus caderas nuevas.
De la entrevista con Verguson, salió a la luz que “la única forma para acabar con el maldito infeliz colombiano era en la cama, John, y creímos que a Rotten le iría bien la misión, tú sabes, John, en la cama… una mujer tan fea, John, morir sirviendo a este gran país, y en la cama ¿acaso no morirías tú, John, de esa manera…? sexo, John, sexo…”
Cuando Dorothy traspuso la puerta del búnker de Miami, fue rigurosamente registrada por los guardaespaldas de Alberto, le hicieron análisis de alcoholemia, buscaron micrófonos en sus ropas, le metieron los dedos en el culo para ver si tenía un puñal o jeringas, y nada. Luego simplemente la llevaron hasta la habitación del jefe.
“Tú sabes, john, que durante un coito la temperatura de la vagina aumenta considerablemente, así que pudimos calcular la cantidad de explosivo plástico necesaria para volar cuatro habitaciones sin hacer gran caso de la supuesta potencia sexual de Alberto. Decidimos que en lugar de siliconas le implantaríamos explosivo plástico a Dorothy Rotten, John, ella no tenía familia, ni amistades…”
El jefe narco tenía problemas de impotencia, un secreto bien guardado, por cierto; y el chofer de Rotten, quien fuera el último en hablar con la agente, comentó que ella, con exagerado fastidio afirmó haberle chupado al muy bastardo “ese maní asqueroso” durante una hora mientras él se empeñaba en introducirle por el ano los cubos de hielo del vaso de ron.
“Suponíamos que durante el coito borraríamos del mapa al cerdo sudaca y a Dorothy la fea y, de paso, a los guardaespaldas, John, sólo George y yo sabíamos de esto… pero ella, ella resultó muy puta, John, salió del búnker y acudió al hotel, te imaginas, John, estaría muy caliente… cachonda, John, se llevó a cuatro turistas senegaleses del hall, a una habitación… fue una tragedia, John, cuarenta y tres muertos…”
|