Pinceladas nublan tu vista. Me visto, te vistes, la calle ciega te mira desde abajo. Te sientas y comprendes el otoño en las mejillas de los postes apagados. Y sin siquiera respirar abres los ojos más y más y dejas de abrirlos. Te duermes y te miro débil. Sin pestañear te beso contra el viento, contra el amor, contra un espejo. Porque todo se detiene en ese minuto, tu sangre, tu vida, tu cuerpo. La pieza se llena de llanto que se consume con el calor de mi dolor. Desaparece tu esencia estrellada. El otoño deja de ser en los árboles. Los blues no suenan igual. Y el piano nos recibe de la mano.
Texto agregado el 26-06-2006, y leído por 109 visitantes. (1 voto)