Juan (o Jhon, como le gustaba) era hijo de un hojalatero y de una lavandera. Era pobre pero con ansias de ser rico. Le gustaba que lo consideraran (y a quién no), sólo que esperaba esta consideración de parte de los más onerosos del grupo. A pesar de todo era buen estudiante y sobresalía en las matemáticas y en las ciencias sociales.
Un día, por ejemplo, para atraer la gracia de los agraciados, decidió robar un vehículo que estaba estacionado fuera de una oficina pública. Fue su primera incursión en el arte de conducir; invitó a los que quería como amigos para realizar su "gracia" y casi terminó en la cárcel. Daba pena verlo sufrir -justo cuando se alzaba poderosamente la dictadura- ( a menos de un año de su consumación).
Pero consiguió los amigos que quería, los que a partir de entonces lo invitaban a sus correrías, por los que desconocería hasta a su madre...
De eso hace muchos años, ya no existe la población en la que vivió, no como existió entonces, ya que ahora las casas son de otro material, pero tan pobres y mezquinas como entonces...
Justamente recordábamos a Juan, cuando oímos en un reportaje de televisión su nombre a medio pronunciar. Nos llamó la atención pero no escuchamos bien la noticia y decididos a preguntar esperamos a saber de que se trataba; ya que no estábamos seguros de que se tratara de él, porque no vimos ni escuchamos bien, y podía ser alcance de nombre. Cuando al fin conseguimos la grabación nuestra sorpresa fue total: Juan apareció en un reportaje sobre mendicidad y era él, sin duda; aparecía tendido en la calle con las ropas raídas; con la mirada perdida, las manos destrozadas. Apenas recordaba su nombre, balbuceaba algunas frases entrecortadas, y acariciaba un perro tan sucio como él...
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