¿Cuántas veces he despertado llorando, envuelto en las más completa desesperación, porque ya no estas a mi lado, solo me queda la humedad de tu recuerdo.
No hay como el primer amor, cuando el alma y el corazón abren sus puertas de par en par sin contemplaciones. Lo más asombroso es que en estas condiciones, una persona es capaz de entregar un amor tan puro y sincero como ningún otro y como jamás volverá a hacerlo. Dichoso debe sentirse a quien le sea confiado uno así, porque después, después se corren muchos riesgos:
Si el amor es correspondido y valorado, al “terminar” dejara un recuerdo hermoso e indeleble al tiempo que se disfrutara cada vez que se reviva en la mente; por el contrario, si por desgracia es traicionado, la cicatriz provocada puede no cerrar, causando dolor en muchos momentos de la vida y volver mezquino el corazón.
Yo, por fortuna, puedo presumir que el mío, -si, mi primer amor- ha sido el sentimiento más sublime que jamás haya experimentado. Hoy puedo decir con certeza que se debe a que ella es poseedora de una belleza excepcional por fuera y por dentro, una combinación así no se encuentra fácilmente, su sola presencia me hace estremecer hasta la fibra mas profunda de mi ser, es imposible no poder amarla, amar a la mujer de mis sueños, quien existe en mi perfecta realidad, desde mucho tiempo atrás, que ciego he sido.
Siempre había estado presente esto en mi, sin embargo poco tiene que soy conciente de ello, en mala hora pues parto, me voy y no se si volveré, cuantas historias como esta he conocido y no se si la mía tenga algo de especial; al escribir estas líneas siento como fluye su imagen y mi amor a través de mis venas, me eleva a territorios vírgenes donde la dicha es suprema, es entonces cuando mi amor posee una intensidad brutal, un fuego de mil soles, pero ya he tomado mi camino.
No me arrepiento, a pesar de que me quemo por dentro, es mejor “haber amado y perdido que no haber amado”, pero yo no pierdo, todo lo contrario, he ganado una experiencia celestial. Mis ojos comienzan a llenarse de lagrimas, una leve sonrisa se esboza en mi rostro y un murmullo sale de mi boca: te amo. |