Las manos acariciaban su abultada barriga. De pie y frente al ovalado espejo abatible, se miraba la figura deforme que iba dejando el paso de los meses desde que se quedó preñada. Los pechos aumentaban de volumen y su parte más intima desaparecía bajo aquel volumen de su cuerpo que poco a poco iba engendrando un nuevo ser.
Fin de la guerra. Los vencedores arrasan con todo, son los amos de la nueva España.
En un pueblecito, cerca de la ciudad Condal, San Cucufate, los soldados hacen guardia en la entrada del cuartel que, ubicado casi en el centro del pueblo y ocupando una gran extensión de terreno, expropiado a los lugareños, recuerdan que la guerra aún no ha terminado para ellos... que los vencedores estarán ahí hasta que les de la gana...que desfilarán cuando se les antoje y privarán de libertad a toda persona que no cumpla con la ordenanza militar establecida.
Paco es un soldado raso, hace más guardias que un sereno, pero es el ojito derecho del Coronel. El se extraña de que día si y día también esté en una garita con el fusil casi las veinticuatro horas. Es soltero y de un pueblo de la provincia de Cádiz.
María tiene veinte años y acude todos los días a limpiar el despacho del Coronel; antes lo hacía Paco. La muchacha vive cerca del cuartel y su padre está preso en la cárcel Modelo de Barcelona por hacer la guerra junto a los vencidos; él es un vencido también.
Un día el Coronel llamó a Paco a su despacho y le propuso una cosa:
-Paco, estoy harto de pasarme las horas aquí solo, la guerra terminó y no hay acción, me aburro. Desearía empezar a fusilar unos cuantos rebeldes, como el padre de María, pero hoy estoy de buenas y pensé en ti.-Le dijo el Coronel a Paco detrás de su escritorio.-
-Si me consigues, tu ya sabes, alguna mujerzuela...de esas que rondan por el cuartel cuando vais de paseo...tu ya me entiendes-Decía el oficial militar al soldado, que estaba de pie y firme delante de la mesa.-
-¡Sí!..., Sí, mi Coronel, yo le conseguiré la mejor prostituta que hay en este pueblo.-Contestó Paco alzando la voz y sin perder la compostura.
¡No!, no quiero una prostituta, esas guarras son para vosotros, yo quiero una mujer joven, limpia y virgen, la quiero para siempre. Podría librarte de las guardias y conseguir un permiso para ir a tu pueblo ¿qué me dices?.¡Es una orden!.-Terminó ordenando el Coronel al soldado paco.
-Sí, sí mi Coronel, mañana la tiene aquí.¡A sus ordenes mi Coronel!-
-Amor, debemos de separarnos por un tiempo, me voy a mi pueblo a ver a mi familia. Ahora haz lo que yo te diga y todo saldrá bien.¡Ah!, y a tu padre le van a conmutar la pena de muerte, en pocos años estará libre. Lo siento corazón, se feliz.
Sentada en la cama y cepillándose el pelo, esperaba ser poseída como cada noche en aquel cuartel de San Cucufate. Miraba el espejo con ira, como si algún día hubiera sido roto en mil pedazos y vuelto a pegar después.
®Manuel Muñoz García-2003
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