Mañana podrían decir algunos,
mañana la iniciativa del poema latirá
en mi corazón
y embotará un sentido en sangre y belleza,
una pizca de consideración aciaga
para con la condena.

En el pasado que es el feretro del presente
también cae la imagen como única
condición del recuerdo,
tratamos de mantener los instantes
importantes en la cabeza a manera
de botellas entre oceanos perdidos,
creemos abrir el corcho y ver el papel
que tiene inscrita nuestra historia ruín
y gloriosa.

Respiro los lamentos agónicos de una vida que apenas inicia pero teme su final a
cada tiempo,
campeando entre el intentar saber
todo para explicar sucesos, amores, abrazos,
y el no poder encontrar laberintos
con salidas verdaderas a la comprensión
o la tranquilidad.
¡ Las ganas de quitarme la ceguera me desgastan !

Los poderes que maneja la imprésión
eterna de la luz contra los árboles son
iguales a los lamentos de una montaña
en la tormenta,
saber eso puedo porque
el pasado me lo revela,
porque una imagen con manchas negras
de poca intensidad y confusión son
apenas acompañantes de un color
y una forma con substancia y dinámica,
¡ La imagenes son tan difusas como la vida que las alienta y desordena !

Mis ojos parecen atrapar lo que vale la
pena vivir,
pero la teca en que guardan todo
está rota,
entran ladrones vestidos de olvido
y se llevan ciertas cosas
para ser devueltas en los momentos
menos fortuitos e inclementes.

¡Ah! No puedo dejar de aliviar
la angustia de no poder transformar la realidad
con el poder discreto de la imaginación,
me condena la tragedia discontinua
de unos desconocidos que aparecen en un tercer ojo que tampoco se muestra al más
mínimo intento de desnudarlo.

...Mis lamentos son de saber que
Yo soy otros dentro de uno mismo,
ebrios, perdidos, traidores, mentirosos,
mi cerebro es un suburbio
de Porquerías de Imaginario.