Hoy me di cuenta...
Hoy me di cuenta que por
más que trate y me esfuerce en escribir,
siempre voy a encontrar una satisfacción
llena de elementos fugaces de placer,
enamorados de una sin-razón
que no tiene amantes,
!Cómo quisiera que la cortejara la frecuencia¡

No puedo entregarme plenamente
en unas letras,
que, más allá o más acá,
siempre van a estar perdidas en las
vaguedad de unos lamentos insaciables.
Gritos que al amanecer despiertan.

Fulminante puede ser un poema glorioso,
hacer llorar plenamente en un lugar hermoso y
verlo volar en la libertad enclaustrada
de mí interior.

Me pongo melancólico y mi negra
emoción establece los pétalos
de una hojarasca en la sangre,
no puedo contener la furia depresiva
de saber que unos versos pierden
su libertad al instante en que los leo.
¡Me siento como el lobo del poeta!

Pero la maldición es completa,
sin ojos que aprisionen la hermosura y
con egoismo gigante
traten de apropiarse para ellos
solos la dicha de un instante,
no podría haber poesía ni palabras,
cuentos y magias imaginadas.

La concentración entre líneas
me recuerda el tren loco que cruza
una ciudad amurallada de traiciones,
desdichas y muerte.
...Yo soy su pasajero más frecuente
y apenas miro a través de la ventana,
tratando de toparme con la transparencia perdida
que adquirí cuando ame escribir.

Un no verme y verme
en cada secuencia
de poemas incinerados y vueltos trino
de musa eterna caminante,
un estrecho vínculo de la parca y el despecho.
Esas son las desgracias de ser una
Carcel de Odas.

Con rejas de color cóctel
de flores inservibles pero amantes
y folklórikas,
dementes y olvidadas.