Estabamos conversando, no si lo recuerdas, y en la charla me largaste una pregunta
- Maru –me dijiste– que pasaría si una tipa sueña con el hombre ideal, con el amor verdadero, un amor que hubiese transcurrido en otra época toda su vida, y cuando se encuentra con esa persona se da cuenta que está muerta...
- Fácil –te respondí– quien no soñó alguna vez en encontrar a esa persona, además creo que esos amores existen y son reales, pero los mata la puta rutina. No te ocurrió alguna vez esperar a esa persona, creer encontrar a esa persona...
- Si ahora encontré a Maru , rompamos la rutina.
Nos reímos- sabés?, que sos un loco lindo- pero como las cosas no ocurren de casualidad pues todo tiene una causa, me dejaste pensando y ahora te voy a contar una historia...
De niña solía tener sueños, es más soñaba tanto dormida como despierta, - es una de mis grandes virtudes o un defecto (pero no viene al caso) – y en esos sueños mi mente creaba personajes con los que jugaba y conversaba despierta pero en las noches proseguía con lo inventado durante el día, (se entiende?), algunos de esos personajes tenían nombre, rostro, personalidad bien definida, que aún hoy recuerdo, y otros que cobraron vida...
Ricardo era mi favorito, calculo que comencé a soñar con él a los ocho años más o menos, era alto, cabello castaño claro y una mirada profunda como un cielo abierto, a esa edad mis ocho añitos lo veía como un maestro joven, al que le hacía mil preguntas y a las que respondía con su eterna bondad y dulzura, a medida que fui creciendo, mi mirada hacia él fue cambiando ya no le hacía preguntas, no lo veía como a un maestro, quería seducirlo, y notaba que a él le gustaba el juego, compartíamos largas horas en silencios cómplices, y algún beso robado al espejo no ha faltado...
Como divaga la mente... mirá como agitó mi memoria tu pregunta.
Una tarde recuerdo claramente aquella tarde calurosa de navidad, caminaba hacia mi casa con mi prima Liliana conversando distraídamente y pasé por la vereda, esa que unas mil veces habré pisado, pero justo al pasar por esa casa de mi barrio estaba parado en esa puerta Ricardo, mi Ricardo, mis piernas temblaban, mi corazón galopaba agitado, y de pronto dije –hola – y él respondió a mi saludo, seguimos caminado, le dije a mi prima
- Pellizcame, estoy soñando....
- Estás loca Maru, que te pasa, parece que has visto un fantasma, está fuerte el pibe, pero no es para tanto.
- No!!! no es eso – dije sudorosa – es é!!!, es él hombre de mis sueños....
- Estás completamente loca, porque le dijiste hola y contestó tu saludo con otro hola, no a vos se te aflojó un tornillo....
Seguimos hacia mi casa en silencio, no volvimos a tocar el tema, pero yo durante un año pasaba por aquella casa todas las tardes y lo encontraba en la puerta como esperándome, y nos saludábamos con un -Hola como estás-, tan solo eso, hasta que una tarde de primavera él me siguió hasta la esquina de mi casa, me dijo
- Puedo hablar con vos
- Si.- no podía articular palabra estaba en una nube.
- Bueno, como hace un año que nos saludamos, quería por lo menos presentarme y saber algo de vos, como te llamás, mi nombre es Ricardo...
- Ricardo?, te llamás Ricardo?, Ricardo...- es todo lo que atiné a decir – me esperan en mi casa, nos vemos otro día...-salí corriendo, era él no me había confundido, pero como es que no sabe mi nombre....
No volví a pasar por la puerta de su casa, es más para ir a lo de mi tía hacía un camino más largo para no encontrarlo, temía que se esfumara la magia, pero por otro lado seguía soñando y amando a esa persona a mi Ricardo. Pasó mucho tiempo yo me puse de novia, me casé muy jovencita pero el siguió siendo parte de mi vida, cada tanto cuando iba a visitar a mi tía o a mis padre lo solía ver en la puerta de su casa, y nos sonrojábamos con miradas cómplices, entonces pienso que él compartía mi sueño, nos encontrábamos cada noche en esos sueños allí nos amamos intensamente, en esos sueños la vivencia era total nos desposeíamos de todo artificio, nos hablábamos con la piel en cada abrazo, en cada caricia, nos reconocíamos por el olor y por el tacto, no eran necesarias las palabras, nuestras bocas buscaban con avidez el sabor incomparable y la humedad de nuestros cuerpos, todo era pasión y torbellino, como en una batalla hacia la victoria y después la calma, la paz de dormirnos abrazados, despertar con su calor bajo mis sábanas...
Un día veo a Ricardo mi Ricardo con una joven morena (no muy agraciada) y un bebé entre sus brazos (me confundo esto no es parte de mi sueño, no!!! no lo tengo anotado en mi libreto) y lo saludé al pasar, un poco desilusionada, esa noche le pregunté en el sueño el porque de su traición y él tomándome suavemente las manos y mirándome con esos ojos serenos y profundos me dice
- Yo no te traicioné, me casé por despecho, o acaso tu no has elegido primero, acaso tu no tienes esposo y hasta un hijo?
- Si pero vos sos un sueño, y en mi sueño no está escrito ni de mi marido, ni de...
- No Maru, no es un sueño, sabés bien que estoy contigo cada noche de tu vida, sabés muy bien que entre vos y yo hay algo más, mucho más..esto no es pura fantasía, o acaso no compartiste conmigo todos estos años, acaso no me has contado tus secretos, acaso no soy tan parte de tu vida como vos de la mía, acaso no nos amamos, hoy y siempre como aquel primer día.
- Mi amor, ya calla –le dije suavemente, y posé mis labios en los suyos con deseo.
Desperté en medio de la noche, ya no volví al barrio, ni a verlo en su puerta, pero continuó por mucho tiempo en las noches en mi pensamiento... calentando mi cama, dentro mío recorriendo mis entrañas...
Volviendo a tu pregunta, me estremezco porque nada es casual y te vuelvo a decir...mirá que agitaste mis recuerdos, anoche soñé con él, estaba gordo y pelado pero reconocí su perfume... corríamos por los techos de aquel barrio e hicimos el amor apasionadamente, como en nuestros mejores tiempos.....y hoy....perdoná que se me escapan las lágrimas, tengo un nudo en la garganta, hoy me dijeron que había muerto....
Elvira Castro
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