Cuido una casa que tiene una puerta
de color rojo
y dibujos arabescos de color dorado...
Jamás entré adentro,
y nunca he visto a nadie entrar...
aunque siempre escucho gritos y llantos
que me ponen los pelos de punta,
pero, no puedo dejar mi trabajo...
es el único que me queda...
Una tarde vi que un cerdo gigante
entraba a la casa
Le quise detener pero no pude...
Y cuando estuvo adentro
escuché risas y gritos de alegría...
Traté de ver lo que ocurría
pero sólo encontré paredes oscuras,
sucias y llenas de dibujos y bichos...
Vivo en la puerta de la casa
Y duermo sobre una ruma de cartón
Y me alimento de las sobras que encuentro
tirado en la entrada de la casa...
Cuando miro hacia afuera
veo a la gente que mira la casa,
parece que nadie desea entrar
tan solo los cerdos y ratas,
nadie mas...
y aunque no conozco adentro,
me siento parte de la casa...
Una mañana sentí salir un momento
de la entrada de la casa
Y cuando quise hablar con la gente,
que tenían cara de cerdo,
me pegaron y mordieron
como si fuera un plato de comida...
No pude gritar
pero sentía como arrancaban mis carnes,
y luego,
trituraban mis huesos...
hasta quedarme sin nada de mí...
Sin embargo,
pude levantarme del suelo
cuando toda la gente se fue,
dejándome tirado en la calle...
Recogí el resto de mis partes
y retorné a la entrada de la casa...
Cuando llegué
vi que la puerta se abría de lado a lado...
Entré y vi que todo era oscuridad
y de las mismas paredes
brotaban gente de colores tenues
que tocaban mis restos y hablaban con la nariz...
No entendí nada
pero luego,
sentí que algo arrastraba mi ser
hacia adentro de la casa
Y vi que en un lado de ella
había un fuego muy grande...
¡El infierno!, grité
¡Entra chico!, escuché
Obediente y sin saber adónde ir, entré,
y sentí que toda la casa se iluminaba,
se llenaba de gente contenta,
de niños desnudos,
de mujeres con alas
y seres mitad hombre y mitad cerdos...
Luego,
todos me cogieron de la mano
y me llevaron hacia el fondo de la casa...
Fue bonito conocer un poco mas
sintiendo que empezaba a oscurecer,
así como cuando cerraba los ojos
y empezaba en libertad a soñar sin parar...
San isidro, junio del 2006
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