Fue una noche que luna su rostro reflejaba
sobre un afluente del río Sigüenza,
oh !En el afluente: agua y dos sinvergüenzas;
Y éstos ataviados en una barca que bajaba.

Más que sinvergüenzas poco avergonzados.
Ella con su vestido arremangado,
Y él con su cortejo más que interesado,
Contábale a ella de las estrellas su significado.

-Aquella Orión y esa su espada, y ésa Sirio.
-Cuanto sabes, caballero, de astronomía,...
pero baja del cielo que por ti me corazón moría.
-El mío, ayer, se fundía como un cirio.

-¿Cómo un cirio? ¿No era más bien una estrella?
-Pudiera ser, pero más que iluminar quemaba
-Ah, quemaba por el dolor de cuando te miraba.
-Más bien por el de la antorcha en la querella.

-¿Querella? Asombrada me dejas...
-Sí, en saliendo de tu ventana
ayer tremendo susto me esperaba.
Tras, un hombre de orejas bermejas.

Bermejas por el frío, de la nieve que cayó.
Pero pareciendo enfadado,
Fue que conmigo la había tomado.
Y corriendo con la antorcha,... me alcanzó.

-¿Y qué tenía ese hombre contra ti?
-No me lo dejo entender entre gruñidos,
pero aunque son pocos mis sentidos,
algo comprendí de su honor desfalcado.

Hablaba de una sobrina, de un león,
De un infierno, de una furia,
De un cuchillo y una noria.
-¿Una noria? No sería gloria, melón.

-Tal vez, pudiera ser, difícilmente,
aunque noria, ninguna pude ver,
solo corría, no me lo podía de creer.
-Fuera mi tío, probablemente

En algún intento de a mi, protegerme
-¿ A ti? ¿De qué? Ingenuo...
-De alguno que haciéndose el risueño,
solo me quisiera para meterme.

-¿Meterte? ¿Dónde? Rufián...
-No dónde, si no qué.
-Digo dónde, digo qué.
-Ay! Tú, pretendido ingenuo

-Ingenuo no rima con rufián.
-Era por no repetir...

-Tu dulzura raya en la nulidad
-Tu estupidez en infinito
-Si lo repites me irrito
-A mi como si te haces cura.

-¿Otra vez? Rimas inacabadas
-No es tan fácil, sin embargo,
tu ignorancia raya en mezquindad.
-Tus palabras deslavazadas...

-Pues! Esta vez rimaba...
-Ya me dirás con que rimaba mezquindad
-¿Con qué va a ser? Nulidad...
-Pero si el verso ni se acercaba.

-Pues cambia el orden, alcornoque...
-No puedo, no soy yo el que escribe.
-¿Quién pues? ... mm...¿escribe?
-Pesadilla de muchacha, yo Belerofonte.

-¿Y a qué viene ese ahora? Tus palabras, ya, perdidas
-Domó a Pegaso, comparable aun a malas
-Yo aunque angelical no tengo alas...
-Rezaré a Atenea para que me envíe unas bridas.

-¿Bridas? Osado impertinente
-Aquí no mete el que no miente.
Pero me he cansado de hablar en rima.
-Por fin, que peso me quito de encima

-Dios recompensará mi paciencia.
-Sí claro, pero bueno...¿quién escribía?
-Uno en un árbol, o eso es lo que decía.
-¿Espiados? Huyamos de tamaña indecencia.

Y así se piraron
y con la historia
a medias
me dejaron.

Aunque no es, para nadie desconocido,
Como probablemente acabaron.
Aunque el chico iba poco convencido.
En la alcoba de la chica, se amaron.

Y esta historia sin sentido,
Ni métricas, ni rimas
Ni lector conocido.
Muere .. con rima.