Querida margarita
Perdón por no haber escrito antes, no había tenido la oportunidad de conectarme a Internet y recibir la sorpresa de tu comentario en el sitio, mis esperanzas tenían razón, y ahora me siento un poquito más cerca de ti. No había podido escribirte porque recién ayer volvimos.
No ha sido un fácil regreso, la verdad es que este viaje a mi parecer comenzó mal desde un principio, es que el profesor Baros, un checo que tiene a su cargo la botánica experimental del proyecto debido a su extensa experiencia a cargo de una florería en Ámsterdam fue el comisionado para formar el grupo que comandaría el español Pier Luigi Revomer, licenciado en nutrición y experto en fabricación de suchi, quien recibiera una condecoración del mismísimo emperador por desarrollar un nuevo estilo de suchi caliente preparado con arroz de paella envuelto en fetas de tocineta española salteada que suele servirse remplazando la salsa de soya por salsa barbacue, los picles de jengibre por pepinillos y el wasabi por patatas bravas. Baros convocó además al ingeniero Cantalicio Laguna, natural de Seebrug en lo más alto de la Selva Negra alemana, a Ilish Hostawolovits experto marino boliviano, a Petra una cabra montesa proveniente de la zona cantral de Australia y a mí. Mis instrucciones fueron sencillas, llevar a treinta de mis hamsters y no hacer preguntas, así que en la única mochila que tenía a mano tenté organizar un poco de ropa liviana apostando a un clima favorable que nos sacara un momento de este maldito frío y los treinta hamsters dispuestos de la manera más apretada posible para que no ocuparan demasiado espacio en el porta equipaje. Ya te dije que el viaje desde un principio partió mal, y claro nadie me avisó que el destino era Groenlandia, que los hamsters no resistirian el confinamiento ni los incesantes mordiscos de Petra, obsesionada con alimentarse de mi guayabera de lino que me regalara Franco en Tulum, ni que Ilish era alérgico al suchi, poco acostumbrado a consumir productos del mar, ni que la misión trataba del rescate de una antigua novia del decano de la universidad, llevándole un ramillete de tulipanes cultivados en base al abono producido por mis roedores, ni que Cantalicio no era efectivamente aleman, lo que nos complico en nuestro paso por Berlín a la hora de conseguir una comida decente. En fin, de la novia nunca supimos y recién después de un mes estamos de regreso, y acabo de ver tu comentario, y no me contuve y como ves se me amontonan las palabras para decirte que ya quiero volver, que este trabajo me agota, no me gusta esta ciudad y extraño los buenos momentos en Santiago.
Te quiero
Nilsen
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