No hay mucho más que pueda decir ahora, definitivamente no encuentro las palabras...
Es esta, una de las ocasiones en que mi mano extraña tu mano, mi hombro tu cabeza, mis labios tu cintura, y no queda nada por decir.
Hoy me siento impotente, y mis manos gritan tu nombre, y el silencio sabe a tu busto tan lejano, a tu sexo combinado con el mío, al sudor que me provocas, y definitivamente sólo requiero que me abraces.
No puedo analizar demasiado las cosas, es arduo tratar de entender un poco todo lo que pasa, es difícil y desgastante extrañarte tanto, no caben ya las comparaciones donde injustamente te cuelgue adjetivos amorosos.
¿Podré alcanzarte con el tiempo? nos falta la coincidencia y la ocasión de aprovecharla, tenemos tiempo de sobra si estamos tan lejos el uno del otro, y nuestros cuerpos solitarios parecen cada vez más desconocidos, como si fuera cierto que existimos.
No entenderías esto si lo supieras, si pudieras verlo, si pudieras saberlo, sentirlo siquiera, como yo, que todo lo siento y todo lo complico con mi necia forma de dar amor, y me muero de a poco, y te mato a montones, a puños de llanto sonrojado.
Debo dejar de ser la sombra que soy, besarte de lejos me sabe mucho a ausencia, no sé si valga la pena que escriba, pero de algún modo debo guardar esto, si no, mañana no recordaría lo que te estoy pensando, lo que te vengo sintiendo.
Ya no eres mi amor, así lo has decidido, no puedo dedicarte mis sueños moribundos, la voz de tu silencio me ha dejado lacerado, esquivo, derrotado tan lejos que no me cabe el consuelo del absurdo, por eso aunque no lo quiera, ni lo quieras tú, te escribo para que no me olvides, aunque definitivamente no haya más nada por decir, y no recuerde ya tu nombre.
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