La encontré yo o ella me estaba esperando, tal vez solo volaba por ahí y yo me hice a la idea de que estaba ahí por una razón y tal vez esa razón fuese yo, pero que probabilidades habría de eso.
Caminando estaba, cuando me encontré en un lugar perdido, pensaba que aquella imagen se había esfumado por el gris de la niebla que siempre me acompaña.
Una visión ,tal vez eso fue, pues estaba rodeado de maravillas, flores por todos lados, el pasto con la suavidad de una nube, los árboles no sollozaban, el aire que se respiraba era otro, tal vez no era el que siempre busco en mis viajes, pero este no se encontraba contaminado con la soledad de los pajares en donde me había detenido anteriormente.
Hacía mucho tiempo que no podía ver las estrella, que había perdido a mi guía, pero en ese lugar tuve la pude ver otra vez. Por unos instantes descubrí mi rumbo gracias a ella, pero después el oscuro de la noche me impido verla más.
Volando estaba cuando la encontré, era de noche, pero aun así, sus colores se mostraban ante mi, nunca he podido dejar de maravillarme con aquellos colores brillantes que las mariposas tienen y esta vez no fue la excepción.
Amarillo, rojos, azul, eran sus colores, colores de vida y de alegría, colores de juventud, pero de madurez. Unas alas delicadas de seda, pero resistentes al vuelo, fuertes, aguerridas.
En mi interior sabía que no era una mariposa mas, todo me lo decía, su vuelo, la forma de pararse a tomar el néctar de su vida, la forma de cómo con su aleteo me hablaba y me entendía, de cómo paciente me escuchaba, sin embargo también sabía que solo era una simple mariposa, no era una cortesana, ni mucho menos una princesa y es eso lo que la hacia aun mas especial, pues así con nunca perdería esa sencillaza que pude ver en ese lugar.
De noche, la marcha se hace mas pesada y con un estimulo así, cualquiera hubiera hecho lo que yo.
Me establecí, con el permiso de sus habitantes y con el consentimiento de aquella que seguramente se aparecería en mis sueños.
No fue una noche común, pues ahora mis pensamientos se llenaron del colorido del lugar.
Esa noche, compartí mis sueños, algunas de mis historias a lo largo de mi camino, esa noche ella compartió su magia y me lleno de vigor.
Esa noche tuve el sentimiento que el rencor había ocupado, volví a sentir el calor de la compañía de alguien, pero la noche tenia que concluir, esta vez una flor, no bastaría para que me recordara, aun así le obsequie aquel girasol que había estado guardando por tanto tiempo, la flor que había obtenido del palacio del sol.
Así el día comenzó y mi paso debía de ser retomado, no hice ninguna pregunta, no hice ningún comentario, ella tampoco, sería su decisión, ella tendría que elegir, si su vuelo acompañaría a un pobre soñador o se quedaría en ese claro de belleza.
Partí, pero era algo diferente, pues ahora llevaba en mi corazón a aquella mariposa que por momentos cautivo mi alma y aunque todavía no ha decidido acompañarme en mi viaje, ella estará ahí muy dentro de mi corazón.
Ser ahí.
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