A veces cuando el tiempo se detiene
Cuando mis lágrimas se endurecen
Me pregunto por qué me cuestionas...
Cuestionas lo que entre suspiros te digo,
Mientras que tu indiferencia se lleva los más sensibles gestos,
Y aún así esperas respuestas.
Pero, no te has dado cuenta que las palabras dejan ese ensordecedor silencio,
Tus palabras ya no llenan esos silencios…
Entre más hablas, hay más abismos
Las yemas de tus dedos cargan con esa agonía, esa indiferencia que me opaca,
Esas caricias desgastadas,
Que solo los besos dulces y suaves,
Los susurros más intimidantes
Y las miradas furtivas de los amantes,
Pueden revivir.
Al caer en esos interminables segundos de neblina,
De verdades turbias y mentiras insignificantes,
De sonrisas marchitas en donde la luz quema todo nuestro rastro.
Me doy cuenta que lo que más duele
A pesar de los mil obstáculos,
De los ríos secos,
De las flores arracadas de raíz,
De los pocos centímetros que antes distanciaban nuestros suspiros,
Nuestros susurros,
Y que ahora son más de mil lunas,
Millones de noches,
Interminables días… grises soles.
Y aunque para mi masoquista corazón, la suma de todo el dolor que nos hemos causado parece insignificante…
Lo que más me duele, es que aún te atreves, con la translucidez de tus palabras, la ceguera de tu alma, y absorbiendo la poca claridad de mi corazón,
Me preguntas con esa inocencia que me enfurece y me desarma… si yo aún te amo.
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