.... llevaba la cabeza habitada de pensamientos cuando, al doblar la escalera, como empujada por el eco, escuchó sonar su nombre. ¡Clara!, Clara..
Allí estaba, como surgido de otra dimensión, clavando en sus pupilas sus verdes aguamarinas.
Clara, ¡caramba!, que morena estás. Y Clara por primera vez se tragó la saliva de silencios. De frente, bien agarrada al color de esos ojos, empezaron a brotarle las palabras como agua transparente.
Y tú, Fernando, qué guapo, pero ¡por todos los cielos!, -soltó-, lo tuyo no se pasa mañana, y estalló a reir llenando de música el aire.
A Fernando el calor le subió hasta las orejas, y con la temperatura, su nariz iba irradiando el rubor por todos los pliegues de su cara.
Fernando, ¡por favor!- que voy a tener que cambiarle la vocal a la copla:
No te pongas coloraó
que eso que a ti t'a pasaó
le pasa al más pintaó |