ARQUETIPO
(Del libro "El tren de las distancias")
I. AYER
Anoche, que fue el hoy,
anoche, que fue el mañana,
anoche, que fue el ayer
entró en mi casa
la casa de un mago.
Y caí a las nubes
de las manos de mis dedos.
Y volé con tirantes de hilo
por el pulmón de la Tierra
con el ritmo de su respiración.
Y me vi solo, por calles de ciegos,
con mirada de paloma posada
entre escaños y piernas de niños
lanzado a través de la tinta de fuego
en las líneas de mis manos,
improvisando respuestas
con palabras de artista en escena.
II. HOY
Hoy, que fue el anoche,
mañana, que fue el anoche,
ayer, que fue el anoche
recordé la casa del mago
y vi a los ciegos
buscando a tientas
por las calles desiertas
una tienda abierta,
un almacén de lazarillos
para apropiarse de uno
y sea, con sus ojos,
el mago escondido
en el sótano de su casa.
III. MAÑANA
Mañana, que fue el ayer,
mañana, que fue el hoy,
mañana, que fue el mañana
me sumergí en el corazón de la Tierra
impulsado por el viento de sus pulmones
y recorrí sus venas y arterias.
Me vi en el sótano
sentado en el living
mirando las estrellas
desde el centro del patio.
Y escuché con impertinencia
y miré como espía sin cartón
sus improvisadas miradas
comentando de la mano de la Tierra
la travesía por el Cosmos
hacia un principio que recuerda algún final.
IV. Y PASADO EL MAÑANA
Y la Tierra, célula del Universo inquieto,
se reflejó en mi espejo enmarcado
con las vetas de mi cráneo silencioso.
Y mis ojos perdidos
por las luces de azuzadores soles
se encontraron con mis labios sonrientes
en el núcleo de mi cráneo
cráneo corazón de la Tierra
en la que escribe con tinta de fuego
el mago, que sólo vive
cuando nace el Hombre.
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