¡Soy un genio! Gritaba el hombre desierto
he vencido en singular batalla
a los déspotas y canallas
que blandían ante mí hojas de dulce lamento

La victoria nublaba sus ideas y la sed su conciencia
La paciencia desafía los peligros
Los cobardes, en multitud, siembran guerra.

Malos tiempos se escurren para el hombre soñador
Oscuros como yagas de incomparable fulgor
Malar hierbas han crecido en el jardín del Edén
Solo el tiempo conseguirá curar su desdén

no hay frontera para el hombre desvelado
Ni vigilia capaz de bautizarlo
Sus canciones adormilan los bocetos
De dibujos hambrientos de secretos.

No hay cura para el hombre ausente
Los balcones le cerraron la salida
Sus miradas se cruzaron de repente
Y ahora lamen con codicia las heridas

No hay remedio para un hombre como yo
El infinito me presta sus letras
No me queda en tu interior ni una saeta
No se nubla ni se apaga el mismo sol.