Estimada lectora, por estos tiempos he distraído mis letras, retomo el rumbo buscando que las venas entibien la sangre, que tiemblen dentro las sensaciones, que cojas de mí estas ganas y las guardes para ti en lo profundo. Condúceme, enséñame a dejarte sola y sentir que me tienes entre tus piernas, enséñame como no extrañar tus caricias, a esperarte a la entrada del alba para encender el deseo en vigilia que te aguarda. Cuéntame, ¿como desgarro la ambición de poseerte de mis letras, de mis pensamientos y de mis manos que te buscan?
No quiero cazarte. Quiero que vengas a mi rendida, que seas la presa sumisa que calma mis hambres, quiero profesar tus piernas moverse lentamente hasta alcanzar mi espalda. Quiero sentir que me bordas con tus uñas, placer de saber que nos pertenecemos, asfixia de tus jugos vaginales, perderme en el paisaje de tus pechos como se pierden mis dientes bajo tu blusa, codicio rozarte dócil bajo tu falda del trabajo y sentir tu desnudez todavía fresca de mis besos, que nadie sospeche que tu cuerpo fue bañado por el sudor en las sombras de la noche, que abrió los ojos por la mañana sobre la piel. Cabalguemos totalmente nuestros bajo las sombras, con los más tiernos besos y los más profundos silencios. Vivamos sordos en las ansias que se escapan en gritos y ahogos.
Deja que mis tactos cubran tus secretos, deja que se esfumen otros pensamientos y hazme tuyo sin estar presente, pierde la cuenta de cuantas veces nos amamos y vuelve a pedirme que lo haga. No quiero separarme de ti, quiero ser el único en nuestra cama. Recíbeme húmeda y hazte mía para el nuevo tiempo. Deja ser quien te viola y te sumisa en las noches desbocadas. Sella las cadenas y funde las llaves para que solo para mí puedas abrirte. Lee entre líneas y vuelve esta noche para amarme.
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