Anoche

Luces tan bella... las sábanas apenas cubren tu cuerpo, permitiéndome observar nuevamente tu belleza. No me canso de admirarte.
No podía dormir pensando en ti, por eso estoy ahora sentado a los pies de la cama, reviviendo el momento que acabamos de vivir juntos. No fue sólo sexo lo que sucedió entre nosotros, realmente hicimos el amor, y el amor nos hizo a nosotros*.
Te tuve entre mis brazos y también entre mis labios. Además de besarte, mis labios pronunciaron tu nombre una y otra vez. Mis manos exploraron tu cuerpo y escribieron "te amo" en cada palmo de tu piel. Nuestros corazones se fundieron en uno sólo y, un instante después, nuestros cuerpos hicieron lo mismo.
La luz de la luna que se filtra por la ventana ilumina cada parte de tu cuerpo. Tu cabello alborotado sobre la almohada, enmarcando un rostro hermoso. Un mechón cae sobre tu cara rozando tus dulces labios. Lo aparto con cuidado mientras beso suavemente la cicatriz de tu barbilla. Recorro la curva de tu cuello hasta llegar a tus pechos, del tamaño justo para ajustarse a mis manos y mis labios. Me desvío ligeramente de mi camino para admirar tus brazos, entre los cuales me he sentido feliz. Sigo avanzando hasta llegar a tu abdomen plano y donde descansa una de tus manos, las mismas manos con las que me acariciabas hace apenas unos momentos. Mi mirada llega hasta la curva de tus caderas y la poca luz me permite ver que no llevas ropa alguna. Pero no estás desnuda. Estás cubierta por mis besos. Por debajo de las sábanas tus largas piernas me llevan más allá, complementando la perfección de tu cuerpo desde el cabello, hasta la punta de los pies.
Mis manos quisieran acariciarte nuevamente las piernas para encontrar el paraíso que esconden entre ellas, pero me levanto de la cama pues no quiero despertarte. Eres tan bella aún dormida. El suave murmullo de tu respiración me invita a acostarme nuevamente a tu lado y dormir abrazado a ti. Te amo, soy feliz a tu lado y quiero que lo seas tu también.
Duerme tranquila amada mía, nada debes temer al estar conmigo, pues yo velaré tu sueño; y estaré a tu lado cuando despiertes para recibirte con un beso. Te daré un abrazo y te diré cuánto te amo. Pero ahora, ahora duerme dulce ángel mío. Duerme mientras yo sueño contigo.
La noche casi llega a su fin, el sol comienza a dibujar sus primeros rayos entre las estrellas de la madrugada. Me acerco silenciosamente a la cama para recibir el nuevo día entre tus brazos. Pero escucho algo... ¿qué es ese ruido? ¡El despertador! Estiro la mano para apagarlo antes de que interrumpa tu sueño, pero es demasiado tarde... al escuchar el tercer timbrazo...
Desperté...


* Paráfrasis de Julio Cortazar

Martin Dario Reyna Rosete
Nitram
Cd. Mendoza, Veracruz; México
07 de junio de 2006
3:30 am