©¡HOY, HE PARIDO UN POEMA!
©luisangel_cm@hotmail.com
(Tacna - Perú)
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DEDICATORIA:
A todos los chicos locos soñadores, que como yo expresan todo su sentimiento en la tinta.
Y en especial a mi fuente infinita de toda inspiración.
Me basta recordar tu mirada para sentirme en “los barrios altos”.
Gracias por existir y ser siempre tú.
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««Era todavía de madrugada. Luan había roto la primera almohada... cuando la abrazó... pensando que era ella.»»
Me levanté de la cama como pude, estaba sudando y con un espasmo en el brazo. Al entrar en la habitación prendí la luz y puse la melodía más patética del mundo. Eran las tres de la madrugada.
Como antes de dormir y después de la comida, no lo había hecho, decidí hacerlo... bueno, porque tenía ganas y cuando urge, urge. Fui avanzando hasta aquel lugar, donde debería satisfacer aquella necesidad orgánica, cogí tres hojas de papel y al llegar me senté rápidamente: Iba a escribir.
««Luan tenía como sueño vivir algún día en el campo. Donde el pasto era más verde y contrastaba con un cielo más azul aún. No tanto para trabajar la tierra, como lo hicieron sus padres y abuelos, sino más bien para escribir. ¡¿Escribir?! ¡Qué holgazán! Pero de verdad le gustaba la idea: tener todo el tiempo necesario para escribir las más bellas églogas del mundo pastoril y los más enternecedores cantos bucólicos jamás escuchados... sentado a la sombra de un árbol, mirando aquel cielo que tanta nostalgia nos da.»»
Ahora estaba inspirado. Cogí mi NOVO de “china” y me presté a escribir lo mejor que pude con una letra tal mala que parecía taquigráfica. ¡Dios, qué esmero! ¡La inspiración poseía mi mano derecha! Y como si el espíritu de Neruda habitara en mí, llené fácilmente en menos de media hora las tres hojas de papel.
««Mientras Luan escribía, se podían distinguir unos ojos muy ojerosos. Ojos que habían visto tantas cosas, tantos sucesos, vivencias, relaciones humanas, engaños, y un falso sentido del amor y la amistad. Es decir en sus dieciocho años de vida, había pasado por grandes e inolvidables experiencias... pero sinceramente había aprendido de muy pocas.»»
Y al terminar de leer lo que había escrito en esas hojas... sucedió. ¡Cielo Santo! ¡En nombre de todas las cosas horribles de este mundo! ¡Por todos los dioses grandes y pequeños! (Gracias Poe) ¡Por Júpiter! ¡Por Buddha! ¡Por Maitreya! ¡Por Kamisama! No lo podía creer. Era espantoso, era realmente horrible... ¿Había escrito un poema?
««No escribía un poema desde que salió de la secundaria. Sus principales temas eran la vida y la muerte, pensamientos extraños y rayados. Pero claro que no lo hacía porque le “naciera”, para nada. Escribía expresamente para las clases de lenguaje, literatura y por orden directa de un maestro o profesora. Con excelentes notas por cierto, claro que cuando se trataba de recitar, se sentía como un tonto, y es que no le gustaba la forma como se tenía que falsear la voz, prefería hacerlo naturalmente y odiaba la mímica.»»
Aproximadamente a las cuatro de la mañana, luego de un parto de casi media hora, fui padre... había dado luz a un poema. Había traído el más extraño poema a este mundo (si es que la literatura se apiadara y lo llamara poema), aquello fue indescriptible... Hubiese preferido abortarlo antes que naciera... “por lo menos no fue doloroso”, me decía como tratando así de desminuir el impacto de tan abominable hecho. Me caí de la silla de la impresión y me quedé ahí un buen rato... mientras irónicamente pensaba en un nombre para mí vástago.
««Luan tenía un amigo. Ciertos viernes por la noche lo acompañaba a dejar cartas con poemas en un programa de radio local. La mayoría eran de amor, con ingeniosas metáforas y un joven estilo único; pero al igual que los más grandes escritores del mundo, su amigo no tenía en ese momento novia... pero siempre una musa inspiradora. Era muy bueno escribiendo poemas, le gustaba compartirlos con Luan y leerlos por la calle, ¡Un hombre leyéndole poemas de amor a otro! ¡¿Qué pensaría la gente?! En una de esas noches, Luan dedicó uno de esos poemas para “aquella que está perdida en el tiempo y en el espacio”. Cuando escuchó en la radio la dedicatoria en la soledad de su cama, se sintió realmente miserable.»»
Luego, incorporándome a la silla logré recuperar el aliento. ¡Dios! ¡No quería ni verlo! Me armé de todo el valor necesario, cogí lentamente la primera hoja y la volví a leer. Como era de estómago “frágil”, procuré no hacerlo de golpe, y de vez en cuando paraba, para no ser invadido por el asco. Después de leer las dos hojas siguientes, me di cuenta de lo inevitable. El poema en cuestión tenía un total de 17 estrofas, y la friolera de 68 versos ¿Endecasílabos? ¿Alejandrinos? ¿De pie quebrado?
Para qué mentir, era un poema muy malo. Si hubiese tenido 14 versos, habría sido en palabras de JR Ribeyro: “un soneto realmente cojudo”.
««Generalmente Luan escribía sus “Memorias”, algo así como el resumen semanal de su vida, los sábados por la tarde sentado en su cuarto. La vista desde su ventana era ideal para escribir, le daba una gran tranquilidad combinada con un azul perfecto de tristeza perfecta. En ellas nombraba cada lugar y persona, narrando después cada hecho y acontecimiento, al mínimo detalle. Claro es, que desde aquel extraño atalaya, como era su peculiar punto de vista.»»
¡Mi hijo! ¡Pobre niño! No tenía el más mínimo respeto por la poesía (imaginaba a Bécquer escupiendo aquellas líneas). Era un total insulto a la bohemia (ya me habrían expulsado de toda corriente romántica). El más infame crimen contra la lírica (el “arte de la pluma” me hubiera demandado). Era todo un sacrilegio, una blasfemia al arte de escribir (¡Qué Dios me pille confesado!)
Al leerlo sentía algo raro en el estómago, y al terminar me desmayé, quizá un ataque post-parto. Pude soportar todo eso, pero creo que no estaba preparado para lo peor... Había llegado aquel día en que el destino y yo saldaríamos cuentas... iba a bautizar mi hijo-poema.
Para empezar a simple vista no pude reconocer su sexo. Revise de arriba abajo sus inocentes estrofas... inspeccioné cada centímetro de sílaba métrica existente... pellizqué vanamente sus pequeñas metáforas... y al final no hallé indicio alguno de su género.
Al principio pensé que con sólo decir “EL” poema, se arreglaba todo. Pero luego pensé... ¿y si fuera... “LA” poesía?
Se dice que con paciencia y calma, sube el burro a la palma; entonces eso hice yo... ¡¡¡No eso de subirme a la palma!!!... sino calmarme y ser paciente.
Pensé, pensé y llegué a la conclusión que deseaba un varón. Y no fue un simple deseo machista, claro que no. Primero analicé la coyuntura sociológica-local, el panorama político-monetario del país, y la actual situación imperialista (semita, sionista, judía) internacional y mundial. Y todos estos factores me pedían un varón. Aunque la tasa de mortalidad infantil apoyara a las mujeres por un 5,9%. Entonces... como se diría... “El verbo se hizo HOMBRE”.
««Ahora, más que nunca comprendía a todos aquellos jóvenes poetas anónimos. Aquellos que cuentan maravillosas historias de amor, pero que nunca han sido reales. Aquellos que suelen llenar los vacíos y las penas de su corazón con la más dulce poesía. Aquellos que despiertan así, la felicidad y la melancolía, ese lado sincero y diáfano que todos tenemos. Aquellos que se refugian en ella para no ser invadidos por aquella tristeza que nadie sabe de dónde proviene.»»
Pero aún quedaba algo, y tal vez no quería darme cuenta. Estaba en ese momento prácticamente solo y más triste que nunca. ¿Dónde estaba la mamá del poema? ¿Era yo por haberlo traído al mundo? Para nada, yo era el papá ¿Entonces, y la “afortunada” madre? Creo que era obvio, su mamá fue la mujer que me inspiró.
««Luan, aquella noche, recordó más que cualquier otro a “ella”. Se sentía impotente. Ni siquiera podía buscarla, hablarle, mirarla, se sentía muy mal... Y justo aquella noche, tal vez la más oscura de su vida, sólo deseaba estar a su lado, no añoraba nada más. Y al sentirse como inválido ante tal deseo, quería ser borrado del mundo. Hace ya un buen tiempo que escribía sobre ella, mejor dicho, sobre lo que por ella sentía. En cierta ocasión Luan dijo ser un tonto romántico, pero un día, el querer (que es hijo del amor), le dio el golpe más fuerte de su vida... y debió ser realmente muy fuerte, porque parece todavía dolerle.»»
¡Qué desnaturalizada! Justo en aquel momento cuando más la necesitaba, y ella no estaba. ¿Sería mi destino ser padre soltero? Tan joven (18), tan apuesto (¿?), tan carismático (¡!), con un futuro prometedor (ius) Y tenía que nacer justo ahora, para embarrarla toda. ¿No era suficiente que esté sufriendo? ¿La vida no me quería ni un poquito?
“Macho, macho, tengo que ser fuerte” me decía. Me recuperé AIROSAMENTE, limpié mis lentes de las lágrimas, me sequé los dos hermosos ojos pardos que la madre naturaleza me había dado, comprendiendo al fin porqué era tan sabia... (¿Seré realmente tan ego-centrista?... ¡Pamplinas!)
Y así, calmando el llanto de mi pequeño, mientras lo acurrucaba entre mis brazos, dándole el más puro amor que un padre puede darle a su primogénito, decidí ponerle un nombre, el mejor nombre del mundo para mi niño. ¡Era tan lindo! ¡Había salido a su madre! Cómo hubiera deseado que ella estuviera en ese momento al lado de los dos.
««Era muy llorón, y creo que siempre lo fue. Si alguna vez Luan afirmó ser un llorón sentimental, no se equivocó. Una forma de serlo, natural para él, era escupir de tinta todo su sentimentalismo en unas hojas de papel. ¿Era malo acaso? Espero que nadie se ría del pobre, es un buen chico (quiero pensar que sí), siempre tiene a alguien en la cabezota, y silva alguna tonada cuando no sabe que hacer por ella, araña las paredes cuando piensa en ella, manda al diablo medio mundo... y sólo quiere estar a su lado. ¿Es tan malo querer? Luan la ama (aún) y es todo lo que le importa.»»
¡Eso era! ¡Por fin mi hijo tenía un nombre! ¡Lo decía todo! Algo largo es cierto, pero un nombre es un nombre al fin y al cabo. Mi poemita se puso contento cuando se lo susurré. Por poco y se me cae cuando pataleaba de felicidad. Los dos no parábamos de sonreír... Ya eran como las seis de la mañana. Estaba algo cansado, pero muy contento. ¡Ella hubiera estado orgullosa!
Ahora que lo pienso mi hijito no estaba tan mal. Era extrañamente bonito y me avergüenzo de lo que dije. Si nos referimos a la forma del poema salió igualito a la madre (un primor), pero si hablamos de su fondo... bueno... debo admitirlo... ¡Idéntico a su padre! (...)
«« En verdad aquella noche, Luan no pudo dormir. Sólo tenía en la cabeza una imagen: su rostro, y una sola palabra en la mente: su nombre. Así que nada más podía entrar, toda idea sobre conciliar el sueño se veía rechazada. Pensaba que escribir era una forma de liberación muy efectiva y hasta productiva. La quería, realmente la quería mucho... Luan maldecía su suerte. Casi siempre, sin querer, hacía sufrir a alguien especial para él.»»
Lo voy a describir un poco. Mi hijito, no se parece en nada a un verso clásico, es rebelde y moderno (libre de principios literarios). El muy bandido, rompe con todas las leyes de la poética, la métrica y los acentos (¡Caray!). Tiene unos fuertes versos de Arte Mayor. Sus figuras retóricas no están bien desarrolladas, pero ya crecerán. Y su metáfora es joven y despierta. Es un súper bebé, y de seguro su madre opinaría lo mismo.
««Sin embargo, no todo estaba perdido. Luan sabía que aún había algo que podía hacer, algo que le nacía. No podía perderla, no después de todo lo vivido. Aquellos buenos tiempos, que son parte de sus años maravillosos, los mejores de su vida. Nunca quiso que terminaran, no aún. ¿Acaso el amor, la fe y el dinero no mueven montañas?
Tal vez hayan pasado varias cosas, cosas que tal vez no quiera recordar, pero mientras exista algo de amor, aunque sea un poco.... SIEMPRE... siempre habrá esperanzas.»»
Bueno, bueno... ¿Y el poema?... ¡Es cierto!... Lo tengo que presentar a la sociedad:
“Dulce aroma de sauce, en una cálida noche de verano”
Miedo y lágrimas al estar solo
en la noche con cada latido,
porque al estar solo te veo
allí estás sin haber partido.
Verdad que esa estrofa me salió muy bien... ¿Y el resto?... Es que esta estrofa... es la única que tiene rima. Pero me gusta el nombre que le puse aunque es algo rimbombante. Estos, son cuatro versos simples, claros y a la vez cortos, tal vez como suele ser la pasión.
Y así fue, como al final de tan larga jornada... ¡Parí un Poema!
««Aquel poema, escrito en la noche de una madrugada, fue el mejor que escribió Luan. Él lo considera algo cursi, pero es realmente bueno. No tanto por la presentación visual, sino por las palabras que utilizó, la sinceridad empleada, la timidez e inocencia con que unía las letras. Expresó exactamente todo lo que sentía, lo reflejó a la perfección.
Tal vez nunca más escriba un poema similar, porque ya no sentirá lo mismo por nadie más. Por su vida pasarán otras personas... pero ya no será igual: ya no mirará aquellos lindos ojos, no verá sonreír esa linda boquita, no acariciará aquellos cabellos, ni sentirá aquella “magia”, que tanta inspiración le dio.
Quizá Luan recuerde este poema, ya de viejo... sentado en su mesa, viendo a través de su ventana, en una tarde nostálgica de sábado el cielo... y recordar... Recordar aquel momento que le tocó vivir... Aquella bella remembranza del pasado... Aquella locura... Aquella hermosa historia imposible.»»
Siempre recordaré aquel momento, algo lóbrego para mí al principio. Estaba tan triste, pero tal vez es aquella tristeza, la que permite a los hombres escribir los más bellos y tiernos poemas de amor y amistad. Aquella tristeza tan honda, que hace que el sujeto más cavernícola de la tierra, escriba los más hermosos versos en una sola noche. Transformándolo de un voraz troglodita al más cursi y sentimental poeta del mundo.
««El Sol ya había salido, y Luan decidió dormir un poco. Y mientras abrazaba un pedazo de su almohada, deseo nunca más despertar... de aquel dulce sueño.»»
De verdad, nunca olvidaré esa noche, nunca la olvidaré a ella, y nunca olvidaré mi poemita... Porque en verdad mi niño, fue fruto del amor.
Tacna, 30 abril 2004.
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COLOFÓN:
Hoy, ya han pasado más de dos años desde aquel día,
fecha en que vuelvo a publicar este “cuento”, algo mejorado.
Y puedo decir, sin ser presa de sentimentalismos, ni de falso lirismo,
que aquella relación fue linda y terminó, pero esos versos aún están vigentes.
Habrá muerto el amor, pero ese poema siempre vivirá.
Y será la más grande muestra, para mí, de que pude amar a alguien.
Tacna, 17 junio 2006
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