El buen amigo, el que cultiva esa rosa simple,  
Esa bella flor que no se deshoja, ese hombre, 
el que no ve con ojos lúdicos a esa mujer  
el que le ofrece su amistad y sus palabras 
siendo éstas desprovistas del doble sentido, 
sin miradas lúdicas ni gestos ampulosos, 
no es ese otro amigo, el recurrente 
el que no vela sus intenciones y va de a poco 
pavimentando el camino para su víctima, 
el que inventa una telenovela tristona 
en la que es un doliente protagonista, 
es talentoso, admirado, exitoso pero, aún así, 
siempre le sobran colmillos para hender 
en el lomo suave de la incauta amiga, 
ese buen amigo, el brillante, el ganador, 
el que se lleva todos los laureles, 
el que se las sabe todas y si no se las sabe 
de seguro que se las inventa, ese hombre, 
el seductor, el vanidoso, el que renueva 
su discurso al igual que su vestimenta,  
el sabelotodo, el protector, el perfecto,  
no es más que un sinvergüenza, un infame 
un caradura, un pordiosero que busca 
harapos de ilusiones y besos robados,  
es un gaznápiro polifacético que huye 
después de inocular su veneno lento,  
pobre tipo, detrás de su terno, tras su corbata 
sólo veo a un espantapájaros, a una miasma, 
un ser repulsivo que, si existe reencarnación, 
en la otra existencia merece ser estropajo… 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  |