Completamente inconexo, solo con su vida y su pesar. Yace inerte, piensa, se retuerce en dudas y restricciones, restricciones y conclusiones. Nunca llega y siempre esta yendo, no se mueve pero se deja atravesar por la vorágine, ese confluir de ideas y olas del mar de su cabeza.
Se comulgó, rezo, lloro, "todo" era su frase, "nada" su perdición. Las mujeres, los hombres y el vino. El pan de cada día y el rabino. La soledad o la humanidad, su duda existencial.
Un día se elevo, y subió. Subió tan alto como solo el puede hacerlo, se escapo y tomo la mejor decisión. No pensó, se movió, concluyo, y así poco a poco y uno a uno los hombres de toda la tierra, fue subiendo a su tristeza. Creyó en compartirla, magnifico su dolor y asi nos subyace día a día esa mínima esperanza de poder encontrarlo, para preguntarle por que, por que si nadie se lo pidió . Pero desapareció y para sorpresa de todos no murió.
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