Estabas esperándome a la puerta del olvido. Nos quedamos tan solos que el silencio nos quiso acompañar. Yo creí que el avión que surcaba el cielo soñaba con ser estrella fugaz. Tú rompiste en mil pedazos un te quiero, ni tan siquiera la luna quiso perderse el funeral. Muerta la tristeza, ¿qué me queda? Un cigarro y poco más. Al ver que la ceniza de mis venas goteaba en el suelo de cristal, quise morirme de pena, quise perderme en el mar, ya no hay sol ni hay arena, ¿qué está bien y que está mal? Si hoy he bailado con mi musa tendré que volverlo a intentar. Escribirte estos versos tan injusto, dibujar tu perfil, innecesario, creer que me estabas esperando, saber que al destino es mejor ni mencionarlo.