Continúo con mi trayectoria, ajeno a cualquier cosa que no seas tú. Sigo plasmando sentimientos con letra y a pesar de la dificultad que implica el seguirme de cerca, miro hacia atrás y ahí estás, como una sombra, pegada a mi piel. Como el pastor que cuida sus ovejas, corriges mi instinto evitando que caiga en la dura senda de la tristeza. Mas he de pedirte perdón pues te he mentido. Tengo que confesarte que no me da igual perderte, que no me acostumbraré nunca a dar mi brazo a torcer, que necesito tus labios, que tu miel me alimente. Esto es lo más cerca que puedes estar de mi sin abrasarte, tal vez lo que me hace diferente es el haber estado buscándote, el haberte encontrado me ha hecho el más feliz de los mortales. Sigo buscando motivos para derramar una lágrima, ¿quieres uno? No te tengo no estas aquí, no tengo más que tu recuerdo, un par de palabras dejadas por inercia en el teléfono, un te quiero. Pero necesito tu presencia, tu aliento que me insufle vida, me corte la respiración y al mismo tiempo haga de este momento algo irrepetible. Necesito sentirte cerca en prosa o en verso, preferiblemente vestida para poder yo mismo denudarte, mirarte como si fuera la primera vez y amarte como si nada más hubiera en este mundo.