Es navidad.
Un hombre ordinario, típico, con una botella de vodka en la mano izquierda y un revolver en la derecha.
El arbolito navideño parpadea con su enfermiza luz amarillenta, se plasman sombras en el empapelado sucio de la pared, en el piso de madera, en el sofá cubierto con nylon, en la mesa, las sillas, en el hombre con su botella y un revolver.
Son más de las doce, los últimos cohetes terminan de reventar en el cielo, el olor a pólvora se dispersa en el aire caluroso de diciembre… ¿Por qué son todos felices?
Un hombre solo de cuarenta y largo de años, divorciado, con un único hijo muerto por sobredosis, una suegra esquizofrenica, ausencia de padres, un trabajo de mierda en una estación de servicios, problemas con el alcohol, algo bruto (no lo suficiente como para saber disparar un arma), depresivo, inútil, con problemas intestinales, una casa en lo mas bajo del pueblo, un desagraciado mas como millones en el mundo, un “olvidado” por cristo… ¡Oh cristo¡ tan dulce en su cruz de bronce, clavado en la sucia pared.
Había olvidado lo que era un beso, solo abrazaba su almohada y con frecuencia sus botellas de licor, cerveza, vino, vodka y demás… su hígado se apagaba lentamente y el cigarrillo hacia lo suyo en los pulmones, había olvidado lo que era una navidad (que de echo nunca le intereso), había olvidado lo que era estar acompañado, había olvidado casi todo en esta vida.
Y cuando los recuerdos buenos estaban por asaltar su cabeza, cuando cristo intentaba entrar para convencerlo de algo, antes de que perdiera la fuerza para tirar del gatillo, en el preciso instante que el vodka abrazaba sus labios por ultima vez y el revólver automáticamente se posaba (frió) sobre la cien, el dedo jalo, el arma escupió, el resplandor del disparo se perdió con el de las luces del árbol, la otra cien se abrió y la sangre broto, se corto toda conexión con este mundo, el cuerpo cayo hacia delante como un árbol y golpeó fuertemente contra el piso.
Y quedo tendido, descalzo, con sus jeans desgastados, la botella destrozada, la mano aferrada al revolver, la sangre brotando de su cabeza, el vodka que se mezclaba en el charco de sangre y materia gris… y el arbolito de navidad, parpadeando con su horrenda luz amarilla, bañando el cuerpo y desplegando sombras en todas partes… quizá este así hasta mañana o hasta que las luces se agoten, por que nadie lo tenia en cuenta, por que a nadie le interesa que un hombre ordinario se suicide.
(Dos de cada cinco personas.... Desaparecen en Navidad) |