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Inicio / Cuenteros Locales / mi_mundo_paralelo_y_yo / Así croaba que yo lo ví

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Gustavo era un señor muy inquieto para sus sesenta, muy pasados, años. Él nunca hacía nada rutinario: si un día compraba el periódico en un kiosco, al día siguiente lo hacía en el de la esquina contraria, al otro en la calle de atrás... otra cosa que le complacía era beber de sitios muy variados como fuentes eléctricas, fuentes naturales, botella, vaso, taza, botijo, etc.; don Gustavo bebía mucho por un problema de riñón que le aquejaba desde hacía mucho tiempo y no es de extrañar que un día que caminaba por el Bosque de Altas Copas le entrase una enorme sed; buscó y buscó ávido de líquido pero nada, no hubo forma de encontrar muestra alguna de agua, lo único que halló fue una charca medio parduzca cercana a un barrizal. Esto supuso un desafío para el hombre que nunca había probado aguas tan oscuras, bebió como si agua santa fuera y de pronto unas cosquillas en su interior le hicieron pensar que algo no andaba bien, cuando quiso mirar a la charca ya era tarde, -¡te los has tragado!- le dijo un renacuajito que coleaba nervioso por el agua, -menudos son mis hermanos, usted no sabe lo que ha hecho, ahora no se moverán de ahí con tal de darle la lata y divertirse- y no mentía el animal (no suelen hacerlo)…tras un día vino otro al que le siguió otro más y cuando don Gustavo se puso a pensar seriamente en lo que llevaba en su interior notó que algo había crecido allá -¡menuda paternidad más mal conseguida!- se dijo; en alguna esquina o huequito de su organismo los renacuajos se habían instalado y tan buena temperatura y condiciones hallaron que de allí no moverse decidieron. Con sus branquias buceaban haciendo burbujitas que reportaban unos enormes gases al pobre hombre; nadar boca arriba era otra de sus posturas natatorias favoritas.

Don Gustavo acostumbróse al croar que con los años le acompañaba al supermercado, la estación, el kiosco, el trabajo o el bar pero claro a los vecinos no les hacía demasiada gracia que alguien les croase a la cara indiscretamente y éste fue el motivo principal de que el hombre decidiera vender sus posesiones y comprar una casita en el campo, allí buscó una actividad que le mantuviera entretenido y le diese algún beneficio y ésta fue la de coleccionar treinta y unos de agosto; el señor Gustavo cogía treinta y unos de agosto por acá y por allá; pronto la gente comenzó a pensar que el mes nunca tuvo más de treinta días, es más ¿estáis vosotros seguros de que tiene treinta y uno? Yo juraría haber visto treinta en mi calendario…

Desde entonces y hasta ahora todos los días treinta del octavo mes del año si uno escucha atentamente en la noche puede oír croar a unas divertidas ranas.




(Para el hombre-pulpo)

Texto agregado el 16-06-2006, y leído por 470 visitantes. (14 votos)


Lectores Opinan
20-08-2006 como siempre diviertes con tus textos, no desepcionas y eso se agradece, saludos woody
08-07-2006 Excelente. Fresco, fluido, divertido. Me encantó. Felicitaciones. zepol
03-07-2006 jejeje ay mi españolita si q eres un caso serio de ingenio y humor sano tú y tus cuentotes q me fascinan..viste q tardo pero siempre vuelvo..piq piq gaviotapatagonica
02-07-2006 wow! hacia mucho tiempo que pasaba por tu pagina y me encuentro con esto que esta buenísimo! wicca
30-06-2006 Prefiero coleccionar Viernes y hacerles creer que son Domingos. Beso grande! Sandi
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