Envuelto en el ropaje acumulado de años de incongruente ir y venir, buscando respuestas a preguntas no hechas, tratando de encontrar la felicidad en un futuro inexistente, queriendo entender el sentido sin sentido del pensamiento humano, me encuentro sentado ante una hoja de papel, rompiendo su blancura con alguna que otra añoranza.
Mi ánimo es ambiguo, esta época logra derretir sensaciones ocultas en mi corazón, como si a la felicidad atrapada en el frío invernal le diera por calentarse con una dosis de nostalgia, una cucharada de tristeza, algunos recuerdos... y algunas añoranzas que compartir, guardadas en ocultas gavetas dentro de la intrincada mente de un soñador.
A ese pedacito de mi… que se va con el año
… al que deja un huequito en el corazón pero enriqueces mi alma.
… al que me hace más nostálgico pero menos ignorante.
A ese pensamiento… encarcelado en el silencio
… al que mantengo en cautiverio impunemente a pesar de mi mismo.
… al que le ofrezco mil disculpas, esperando liberarlo algún día.
A una de mis dos Marías, ese amor pasado… que no sabe que es presente
… a la que quisiera que supiera, pero me alegra que no sepa, por su bien.
… a la que llenó mi vida de alegría y por la que vuela mi espíritu en la noche.
A la bola de amigos (2)… vivos y muertos
… al que está vivo y de vez en cuando me regala con una parte de su ser.
… al que ya no está con nosotros, y con el que más temprano que tarde compartiré la eternidad.
A mis cachorros… a los que les quedé a deber
... a mi Pingüino, que ilumina mi vida y mi alma, a ella que siempre me procura y hubiese merecido más de mi.
... a mi Ratón, la más parecida a mi y a la que debí acercarme más.
... a mi Patito, la más amorosa y la de la que jamás debí separarme.
... a mi Gorila, al que le fallé como padre y amigo.
... a mi Ranita, mi otra María, a la que siempre añoro y me hubiese gustado conocer.
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