"Y la muerte siempre manda un surtido de sueños antes de llegar"
Rubén García G.
Juan soñaba a Isabela con la nitidez de un mediodía. Aquel beso le traía sofoco y un peso que llenaba el aire de piñas fermentadas. Su esposa intentaba despertarlo, pero él tenía los ojos lejanos y en los labios un azul húmedo que enmarcaba su última sonrisa.
Texto agregado el 30-12-2003, y leído por 618
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