Cerraba la puerta
dejando que se cuele por las hendijas
el frió y la escarcha de días pasados
entibiaba las sabanas, frotando su cuerpo,
pensándose menos sola
entre las cuatro paredes, que la observaban,
se fundía en el sueño de encontrar algo más en el tiempo,
de encontrar el segundo que se hace infinito y eterno,
de abrazarlo y sentirlo
hasta hundirse en el,
lo centrifugaba hasta hacerlo perfecto,
lo respiraba, lo inhalaba, lo despedía por cada poro
se llenaba de el,
se empachaba con el,
se sentía tan pesada de el, tan llena
como después de comer por horas seguidas,
se asfixiaba de el, se sofocaba, se diluía
y se volvía a llenar.
Cuando el tiempo vuelve a ser tiempo,
cuando las paredes vuelven a mirarte tan sola como antes.
Es cuando el sueño se apropia del ser,
Es cuando en un solo segundo yo vuelvo a ser.
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