Cuánto tiempo había pasado en realidad no lo sé. Estaba mareado, con nauseas. Ya había vomitado, lo se por el gusto en mi boca y por el charco en las piedras. También había sangre, bastante. Mas allá el cuerpo del guía y la mula. Al desbarrancarse la muy tosuda había arrastrado con todo, al guía, a mi... y espero que a nadie mas.
No podía moverme, me dolía mucho el pecho y la espalda, a las piernas no las sentía, no se si por el frío. Algo de movilidad tenían pero el dolor en la cadera era insoportable. Un hueso se me asomaba por el pantalón rasgado. Intente moverme un poco mas allá de esa posición pero realmente no pude.
Mire hacia arriba y allí estaba, el sol y el límpido cielo azul de esa tarde. Algunas nubes. Trate de gritar por ayuda pero mi mandíbula estaba corrida. Mucho dolor. Insoportable. Escupí, sangre y dos dientes molidos.
Miré alrededor y mas allá se extendían las sombras de ese cráter. No se veía sino esa parte por donde entraba el sol, y yo en el medio. Como en un escenario, el principal actor de ese desastre.
Tome mi mochila y busque un poco de agua. Me moje la boca, trate de no ahogarme. Me limpie las heridas.
La tarde transcurría, mi reloj hecho trizas. La luz del centro se movía, alumbraba mas al guía y a la mula. Tenia que moverme, seguir siendo vida.
Mis piernas estaban muy mal pero no debía quedar en la sombra. Si al menos la muerte me encontrase bajo el sol eso seria diferente. Ya no importaba mi pasado. Mi lucha en ese momento era moverme solo unos metros sobre mi sangre, hacia la luz del cráter. Intente de mil maneras pero el dolor era invalidante. Me recosté sobre mi espalda y comencé a girar. Pude hacerlo soportando el dolor. Al llegar a la luz me sentí desvanecido, casi muerto pero reconfortado. Estaba mas cálido y todavía seguía siendo el centro del escenario. Ahora junto a la muerte.
Ya había realizado lo que quería, algo tan simple. Si tan solo así de simple y con tanto esfuerzo seria seguir viviendo. Si eso estuviese en mis manos, si tan solo pudiese hacer latir el corazón solo con pensarlo y respirar con desearlo. Algo tan simple como eso, como seguir viviendo, no intentarlo sino hacerlo.
La muerte estaba cerca, mi muerte estaba cerca y yo no la quería. Cerré los ojos y desee haber muerto. Maldita mula, mas suerte que yo tuvo. Así estaba. Con mi vida y mi muerte. Con los ojos cerrados y abiertos. Mi sangre y mis huesos. La luz en movimiento.
El día transcurría y nuevamente al borde de la sombra todo se volvía tétrico. El hombre y la mula ya en la penumbra y yo en el limbo de la locura. Rodé otro poco. Rodé y maldije. Maldije mi vida por esa muerte. Maldije a la muerte por no decidirse. Maldije a la mula...
En el cráter ya no hay lugar para la luz que comienza a subir por las paredes. Mi suerte estaba echada. Mi muerte inminente. La obra se estaba acabando. El teatro vacío, solo la mula y el hombre. Yo pronto me les uniría, me estaban esperando.
La luz ya no me daba pero bastó para que me vieran desde arriba. Cerré los ojos y lentamente fui subiendo.
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