De masacres ya estamos hablando, y aun no hemos comenzado a caminar. Las diferencias más palpables en nosotros, inundan de eco nuestro espacio, sin llegar a ensordecer.
Y en mis pensamientos, queda la sinopsis de porque las palabras hacen tanto daño, si en realidad, todos somos basureros del tiempo.

Todo ha cambiado, ahora sufro por la irracionalidad de los encaminados hacia la decadencia más bella, los iluminados del suicidio.
Lugar de encuentro, la vida, junto a lo barroco de nuestros cuerpos, donde yo siempre bebo en copa y fumo de la elocuencia.

Pasó el tiempo, y aún escribo para estar solo, aislado, si en realidad alguna vez estuve acompañado de traiciones; tus palabras, que hacen brotar la melancolía del pulso en un letargo morboso, que me hace imaginar, acostumbrado a soñar, dedicándome al asesinato de calle, negociando libertades; cuando me lo permiten, soy buen fisonomista, todas me parecen unas hijas de puta.

Siempre parece más, de lo que en verdad es, sin despedidas, mis palabras no saben esperar; silencio.