Es como cuando trato de alcanzarte pero nunca lo hago.
Se siente como el vacío del infinito. Segundos interminables.
En un momento estoy y en otro no. Cierro los ojos y en ese momento las dos condiciones se repiten.
Mis pacificas lagrimas se tornan mortales. La ebriedad del humor se opaca por el torbellino de corrientes y todo se torna ruidoso, desesperado, incontenible.
Es como cuando duermo y cuando no. Todo se me ha hecho rutina.

Lejos de la claridad de los días, en los suburbios de mi mente, la mortal tranquilidad recobra vida, dejando muerte.
Segundos después hago mi aparición y nuevamente las condiciones se repiten.

Manos frías envuelven mi cuerpo e intoxican mi pureza.
El frío se apodera de mi piel y se instala como fuego en mi pecho, en mi alma.
Los gritos inundan la sala...

_ Quédese tranquila señora; es.....es.....es un humano.