Caras vemos…
Por Luís M. Villegas.

Dentro de las muchas enseñanzas que nos dejan los actuales procesos electorales, están las aportaciones de la tecnología, puesta al servicio de los diferentes candidatos en sus promociones políticas. En ello es evidente que la sociedad prefiere la proyección de imágenes al análisis de las ideas, tal vez como un reflejo del desprecio hacia la literatura y por tanto a la reflexión. Hoy preferimos ver debates televisivos y spots publicitarios a conocer propuestas articuladas, con un mínimo de sentido común, acerca de sus pensamientos para enfrentar los problemas de municipios, regiones y del país, todo en el entorno globalizado que disfrutamos y padecemos. Como ejemplo tenemos los paneles de analistas que desmenuzan las participaciones de los aspirantes, dándose énfasis a los aspectos mas simplistas como son: la ropa, el peinado, la dicción, la expresión corporal y hasta el color de vestidos y corbatas y su supuesto reflejo de personalidades e intenciones subyacentes, que de alguna manera misteriosa, nos permitieran ver el interior de los candidatos, siempre con la inevitable desconfianza que nos provocan quienes se dedican a la política. La mayoría, si no es que todos los participantes, incluyendo a los entrevistadores, ya tienen definidas sus preferencias electorales y muchas veces se exhiben en torneos de esgrima verbal usando todos los slogans de campaña que, de tan repetidos, se han convertido en lo que los jóvenes han definido como choro, material con que se supone fue construida la torre de Babel. Nada ayudan las imágenes sonrientes que se exhiben en postes y grandes lonas espectaculares, en donde aparecen los postulantes en actitudes seductoras, que resultan contraproducentes, si es que usted conoce personalmente a alguno de ellos y le conste que no acostumbra a sonreír y mucho menos a atender a nadie, si no es en periodo electoral. Aparte le causara gran asombro, si son sus contemporáneos, ver el buen estado físico en que se encuentran, pues lucen una apariencia juvenil envidiable, que contrasta con las arrugas y canas que todos lucimos por el paso del tiempo y la vida que hemos disfrutado. No les crea. En realidad por vía de un programa de computación, han arreglado sus cuerpos y rostros, mostrando tal vez la imagen de alguien que quisieron ser y que por razones ignotas no enfrentaron, a base de dietas, continencias y sobriedad y por tanto, cuando los vea en persona, tal vez no los reconozca. No se apure, ya tendrá tiempo para conocerlos durante su ejercicio, pues inevitablemente, algunos de ellos triunfarán.