Caigo en un sopor vacío mientras la vieja camioneta traquetea por entre las montañas cubiertas de tallos verdes de maíz. De repente, y al pasar por Qanaquil, la Blue Bird se detiene y saltan dentro tres niñas de unos ochos años. Viajan solas y, por ello, se sienten plenamente libres.
Sus risas inundan la camioneta. Salgo del amodorramiento y, disimulando y por el rabillo del ojo, las observo. Juegan, ríen, cambian una y otra vez de asiento entre empujones y gritos. Al cabo de menos de quince minutos bajan en Tzalbal para ir a la escuela.
Ya no están, pero sus risas todavía flotan en la camioneta. Está iluminada por su presencia. Y no sólo ella: el camino, las montañas, los ríos, el cielo, el mundo entero luce radiante de repente.
Y, abriendo la boca, engullo a bocados toda la luz que me es posible antes de que se apague, antes de que se la lleve cualquier estúpido problema crecido en el fértil mundo de los adultos.
Tú, quid pro quo;
Dolordebarriga.
PD: Escrita mientras me resplandece "Like a rolling stone" de Bob Dylan
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