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TE VI
“Te vi, te vi
Yo no buscaba a nadie,
y te vi”.


Lo que pasa es que soy una tonta que siempre se enamora, una tonta que siempre accede a los besos más tiernos y dulces, que siempre dice sí a una caricia delicada en los términos más inverosímiles y menos adecuados posibles. Salir a caminar para lucirle al vecindario mis nuevos converse morados mientras aplacaba mi borrachera fue decirte sí a la media noche, fría y pacífica, aún cuando solo podías escuchar mis pensamientos cuando me mirabas fijamente a los ojos. Sonreírte fue decirte sí, definitivamente sí, sí a que jugaras conmigo a las escondidas, a que me robaras otro beso en el cuello y luego en la mejilla, y luego otro y miles de besos más en el cabello, en las manos y hasta en los huesos de mi clavícula. También mi disgusto y mi indiferencia fueron un sí, y el dejarte solo luego de uno de tus torpes chistes de doble sentido, para que entonces con seguridad te levantaras y con tu atrevido coqueteo te lanzaras nuevamente encima de mi con esa enorme sonrisa tuya y me dieras otro beso mientras pensaba que tal vez no lo harías y yo tuviera entonces que reforzar mi actuación para seducirte.

Regreso a la cama. Sigo viendo la peli de los ninjas y las geishas mientras tu empiezas a alejarte en tus sueños al lugar que envidiamos todos los que amamos de esta forma. No hago nada, te ignoro y trato de ver la peli. Me da sueño, alcanzo a dormirme, pero tus ronquiditos me despiertan, luego despiertas tu y entonces tienes toda la mejilla empapada en saliva, me burlo, y me burlo de tus medias tobilleras. Tú, indiferente te desperezas, te levantas y sin decir nada vas al piso de abajo regresando minutos después. No das explicaciones. Para cuando vuelves ya tengo puestos los zapatos y tengo intenciones de ponerme la chaqueta. Parece que no hubiera pasado el tiempo, parece que no lleváramos un día juntos, y sobre todo, parece que no hubiera pasado un solo segundo sin pensar en ese otro que me ha roto el corazón y me ha obligado a mentirme y a mentir con fluidez a los demás hasta convencerlos de que lo que traigo en los hombros no es melancolía sino un gato loco que he robado de una valija abandonada. Disfrazar el espanto se llama eso, quién rayos carga gatos locos en los hombros. Pero lo creen, lo creen, es más fácil creer en cualquier otra cosa que en lo real, más en estos tiempos de mesías demenciales que instauran la democracia con tanques de guerra y ofrecen el progreso con tratados de libre comercio.

He dicho, al regresar estaba casi lista, pero los dos no podíamos creer esta dulce y medio alocada medio serena tarde de domingo, perdidos del mundo en el piso dos del santuario histórico de un bondadoso loco revolucionario de nuestro partido, fuera del alcance de todos, de los llamamientos de los deberes y en plena lucha por safarnos de toda lógica. Hubiera sido hermoso si para entonces yo hubiera contado con una nueva formulita ideológica, algo así como un extraño brebaje filosófico que al beberlo me hubiera permitido sentirte más a fondo sin tantas fruslerías de por medio como por ejemplo esperar a que me beses otra vez, en cualquier lugar, cualquier día. En otras palabras, habría sido ejemplar besarte largamente sin pensar en más tarde, en la sonrisa próxima, en nuestra primera charla después de, así como lo hiciste tú, y como lo hacen la mayoría de los hombres en este país y el mundo entero sin ningún tipo de esfuerzo ni compromiso con ninguna teoría moral. Tu, niñito de lluvia, me veías impasible mientras yo juiciosamente me enredaba en mis acicalamientos, y pensaba solo en sonreír. ¿Alguna vez te has puesto a pensar en nuestros roles, hombre, mujer, en esta ciudad, a una hora descuidada y con ganas de besarnos? ¿Has pensado en que es tu deber alardear y adular, y el mío pestañear y sonreír? ¿En que todo está escrito desde hace siglos, y que cada uno de tus movimientos y los míos los supervigilan los fantasmas de la moral para que no cometamos el delito – el pecado mortal – de alterar ni por un segundo nuestros roles?. Ahora pienso que vestirme así, de repente, fue un choque eléctrico que me llegó del pasado, la recordación inconsciente de que no nos está permitido soñar para siempre, de que tarde o temprano tendremos que abrir los ojos y aceptar permanecer despiertos antes de volver a soñar otra vez. Por eso digo que hubiera sido precioso lo contrario, un salto en el vacío que bien podría no ser vacío (porque como todo está al revés, o está apenas inventándose), un desafío no violento y más bien tierno a besarnos inclusive nuestros secretos, a lamernos nuestros huesos, un intento a no hacer locura (porque la locura desaparecería, no habría locura sino total fluidez) sino a fabricar esperanzas, a no entregar algo nuestro sino a intercambiar instantes, latidos de tiempo.

Nuestro loco roncaba en la habitación de al lado, pero para cuando tomé mi morral y lo eché sobre mi hombro estaba totalmente despierto junto a las escaleras presto a llevarnos al primer piso, o a la secular cabina que nos conduciría a nuestra vida de tiempo y espacio tradicional, sin lluvia sobre el tejado mientras jugamos a robarnos la melancolía del otro.

Al salir de la casa un invisible bosque helado se alzó detrás de nosotros aislando a perpetuidad cualquier partícula de libertad que pudiese andar distraída por el aire. Ya en la calle, seguimos hablando por supuesto, pero ya forzados por la hora y el miedo. Lo demás, aún no ha sido, y obviamente yo me muerdo las ganas de besar tus ojitos de café y decirte que me gustas y que sí, que está bien que me mires, que me huelas y me hagas reír, y que basta con que un día me encuentres por ahí y me sonrías para que yo entienda que todos los juguetes que me espantan y que flotan por esta habitación universal por fin recobran el lugar que les corresponde.

Junio de 2006

Texto agregado el 14-06-2006, y leído por 112 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
11-03-2007 Me gusta tu estilo, tu dejar fluir lo que siente el personaje. Felicitaciones. doctora
15-06-2006 ohh ! que verguenza... Me imagine Yendo.... perdon... error horrible jejeje trukovaliente
15-06-2006 Me gusta mucho tu manera de escribir, mira me imagine llendo a sentarme a un huequito de otra vida un ratito mientras todo esto pasaba, muchas gracias por escribir! trukovaliente
 
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