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MINISTERIO DE LA INSALUBRIDAD PÚBLICA

Entre cuerpos ya sin vida, sin aliento...Fiambres al fin, sobre bandejas en la vieja morgue del hospital Kennedy, abiertos de parte en parte, viseras al aire que gaceaban el ambiente, ya muy pasado al espíritu de la yerba. El encargado de la autopsias, que rajaba difuntos, como trozaba pollos en sus domingos de asados, la tenia muy bien armada, negocios sucios en un lugar sucio. - Esta buena esta mierda!...cof cof coof!!- dijo entre aspiradas el guardia, un sonriente muchacho de unos veintiocho años, que vestía un uniforme azul oscuro, un cinturón con luma y pistola y una hebilla reluciente. -Te lo dije flaco, yo muevo bueno- Contesto el enfermero Martines, mas conocido por "el mandíbula", seguramente por el enorme hoyo que tenia entre la nariz y el mentón, un bocazas, boca de tarro. Pero aun así sabia mantener los labios juntos cuando se trataba de hablar de sus asuntos, asuntos que incluían tráfico de yerba y barbitúricos dentro del hospital. -Si te gusto podi` venir a mi, envés de darte los tremendos piques, yo siempre tengo y como te vay`a dar cuenta, son de los que te dejan en la séptima nube! Mala clase el de las autopsias -No si de que están buenos, están buenos!, ya me habían dicho que moviay ` -y quien te dijo?! Mandibula metió sus manos en los bolsillos del blanco delantal, disimulando su nerviosismo, años viviendo de los drogadictos le habían enseñado que ningún detalle puede pasar, todo había que controlarlo. -Calma si igual es amiga...Es la Antonia, la que trabaja en rayos. -Ahhhh...La Toñita, esa es de confianza, pero vo`! flaco, no andes por ahí hablando de lo nuestro, entendiste? -No te preocupi`"Mandy" El guardia salio de la sala con una sonrisa a medio filo y si no se hubiera puesto tan serio el "Mandy" se hubiera quedado un rato mas, a reír de buena gana con alguien. Era verano y aun con la brisa que a veces soplaba el calor se abrasaba fuertemente al edificio y el hospital seguía en lo mismo; Mañanas de urgencias con intoxicados por drogas llegando en camillas o arrastrándose, escapando de la noche. Borrachas con ataques de histeria, que atropellan gentes, gentes embriagadas saliendo de madrugada a comprar mas vino o cigarros para seguir sus fiestas, atropellados por flacas histéricas. Atacados del corazón con nariz blanca, abuelitos sirrosicos en las últimas y heridos y muertos, varios muertos. "Mandíbula" tenia el trabajo asegurado y esta vez lo gratificaba, no me refiero al trabajo de abrir cadáveres, es oficio que no llena el alma. Sino el de vendedor, mas bien distribuidor a los necesitados de, siniestros paquetitos, cristalinos frascos con capsulas y hasta de vez en cuando una que otra jeringuilla para provocar aborto. Su red era grande y sus ganancias también, podían dejar en cualquier momento el bisturí, pero era una buena pantalla y así, mientras sus deditos enguantados se cubrían con sangres ajenas, su droga cubría a más vivos. En la ciudad, el guardia, cada vez mas flaco y ojeroso había hecho del "Mandíbula", su padre, sus compras cada vez eran mayores. El negocio iba en aumento, ya lo he dicho. La sala de autopsias se había convertido en el país de la droga para todos los trabajadores hospitalarios, muchos médicos, que además de su especialidad, eran especialistas en darse a la farra. Y una tarde de viernes, como siempre, el guardia entro a mirar muertos abiertos y de paso se llevo lo suyo, que fue bastante. -Toma flaco, cuídate...- El "Mandíbula" volvió a sus faenas, los muertos no podían esperar mucho. La noche fue tranquila para ser fin de semana, solo tres de un accidente automovilístico en el puente, pasaron a mejor vida y sacaron al "Mandy`" de sus negocios, el agradeció lo poco, pues se había puesto unas fumadas, tantas parece, que a las cinco de la mañana aun se preguntaba entre risas, por que el cadáver que había ingresado, sacado de las aguas del río, llevaba puesto un condón, con el cierre subido y el pantalón abrochado. Salio de su turno a las siete de la mañana, y tenia tanto sueño que no espero como todos los días, que abrieran el quiosco de la esquina, para comprar el diario. No alcanzo a leer la portada "Fiesta de la droga", ni menos lo que decía mas abajo, una denuncia por escándalo puso en evidencia el consumo de drogas entre menores y el abuso de estos mismos por un adulto, tampoco pudo leer el nombre completo del tipo que trabajaba de guardia y que agarraron con un montón de la maldita, semidesnudo entre niños...Nunca supo nada, solo se largo a dormir como un buen chico. Volvió de noche a tomar su turno y esta vez llevo bastante de las materias para su venta, era sábado y habría fiesta por toda la ciudad, muchos querrían felicidad comprable. Saludo y marco su tarjeta como siempre, relevo al muchacho que se fue sin hablar con el, había un par de fiambres tirados en las bandejas, cubiertos con blanca sabana, lo normal, "Mandíbula" se había echado ya dos capsulas para estar mas despierto. Pronto llego un enfermero a comprarle, no lo reconoció, pero esa vez no le importo, quería mucho, había mucho dinero. Saco de su escondrijo el montón y antes de que se diera cuenta el bendito enfermero, le gritaba a la cara que era policía y que no se moviera y que pusiera las manos en la cabeza y que a la mierda!!! "Mandíbula" reacciono y con el bisturí como un rayo le hizo un corte en el brazo al policía, que dio en el suelo de rodillas, agarrando su brazo abierto como una flor. "Mandíbula" comenzó a correr, debía salir pronto. Pero no se fijo en una de las bandejas, no se fijo por que ahí había un muerto...No se fijo por que había tajeado a un maldito policía y tenia que salir pronto. No se fijo por que comúnmente los fiambres son fiambres y no se mueven, pero el mal nacido se movió, corrió su sabana y disparo su arma de servicio. El "Mandíbula" no se fijo sino hasta que lo escucho gritarle Alto! Policía! y todo eso, no se fijo por que los muertos no dicen Alto!, mas bien no dicen nada... Escucho tras el dos explosiones y sintió primero su espalda golpeada, luego su pecho vomitando un montón de carne y sangre. No se fijo por que habia visto tanta sangre y carne en sus asados domingueros, solo que ahora era la de el y cunado lo entendió, caía de bruces al limpio suelo, no muy lejos de una bandeja, eso ahorraría esfuerzos.

FIN

Texto agregado el 13-06-2006, y leído por 124 visitantes. (0 votos)


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