...Lo que uno quiere escuchar.
Esa noche, ellas estaban sentadas en su mesa de siempre. Entre "conversas y copas", llegó un extraño personaje que le puso brillo a esa situación contidiana y rutinaria.
-Hola, dijo Javier. Vos sos amiga de Alejandro.
-Sorprendida, dije sí. ¿De dónde me conoces?
-Es que cada vez que venimos a este bar, si vos llegas a estar, Alejandro nos deja para sentarse en tu mesa.
-Una sonrisa salió de mi boca. Que raro, yo no te ví nunca aquí.
-Javier dijo, ¿me puedo sentar?. Comenzó entonces otra rueda de cervezas.
Su locuacidad y presencia no parecian de una persona de 20 años. Su postura, sus pensamientos, todo indicaba más edad en su ser. A pesar que sabía que su amigo estaba manteniendo una relación amorosa conmigo, no dejaba de alagarme. Era caballero, sensual, tenía carisma. Sinceramente, hubo una estrecha conexión desde nuestro primer cruce de miradas.
No dejaba de mirarme, lo cual me hacía sonrojar. Casi sin darnos cuenta quedamos hablando solos, como si el resto de los integrantes no estuvieran presentes.
En un momento Javier me dice que tiene ganas de irse a vivir al campo de los padres.
-Sabes, se vive de otra manera, más tranquilo, alejado de la ciudad.
-uf, dije yo. Es lo que siempre quise hacer. Alejarme un poco del cemento.
Sentía que me estaba ofreciendo todo aquello que siempre había soñado. Allí no terminó el círculo de coincidencias. Continuamos conversando sobre nuestros sueños, sobre los nombres que nos gustaría ponerle a nuestros hijos, etc. Fue entonces cuando javier dice: -me gustaría que mi hija se llame Jazmín.
Ante lo cual yo me quedé paralizada. Jazmín es mi segundo nombre y el no lo sabía. Era raro tener tantas cosas en común con un desconocido. Era casi mágico, Tenía al hombre de mi vida, delante de mis ojos.
Pero de repente, una voz conocida irrumpió en nuestra conversación y nos hizo volver a la realidad.
-Hola, dijo Alejandro. Me dió un beso y se sentó a mi lado.
Todo el escenario se modificó en un instante... y mi dulce sueño se estrelló contra la cruda rutina cotidiana. |