El azul se soltó
herido de antiguas espinas.
Un bombo suena
y estalla tu corazón
entre astillas y besos,
engarzados en la visca mirada
de un recuerdo.

Y el bombo
y el baile
y los ruidos
y los vinos
y tus manos agitadas
se escapan en los ritmos
ahuyentando soledades,
licuando el tiempo
cortado de silencios.
Estás inquieta,
intentando evadir,
si no esquivar al destino,
no quieres ver,
ni comprender.

El azul se soltó
y volvió tu sangre
a ser tristeza vana
y gris la melancolía.
La noche cubrió
tus lágrimas
vistiéndolas de pequeños espejos;
vistiendo tu rostro
de un universo estrellado
y lloras universo adentro.
Lloras por él
que definitivamente
te pierde.
Y lloras por vos,
en un azul intenso
porque vuelves a descubrirte:
mujer y amante inalcanzable.
Muy lejos de lo mundano,
de ese amor chato y barato
mendigado al azar.

El bombo
ya hace ruido
y tus oídos te siguen,
siguen a tus ojos
que borrachos buscan,
en aquel balcón imaginario,
una luna de dorado terciopelo,
para verla y escucharla latir
al compás de tu conciencia tranquila.

Y otra vez
el azul se suelta,
pero lleno de ruidosas carcajadas.
Y te vas por la calle
cubriéndote los hombros,
bajo la mirada atónita
de aquella luna
que aún pende
de tu imaginario balcón.
Por dentro silenciosa,
satisfecha de saberte
y sentirte Irene.