Después de las tormentas de silencio y granizadas de imperturbables distancias, sosegada y desafiante -y hasta coqueta- tu sonrisa despeja noches y negruscas nubes dejando que el sol pase con tanta fuerza que humean quemándose los pétalos de todas las flores en lo que era nuestro jardín. ¡Que mueran todas ellas si la madre de sus semillas ha regresado!

Tus alfileres son besos que traspasan lamiéndome la piel y depositan temblorosas gotitas de mi propia sangre desde cada una de sus afiladas puntas sobre los labios de mi alma sedienta por ti en cualquiera de tus formas.

Dejo gozoso que me descarnes, si quieres desuéllame primero y tiñe de azul turquesa esta dura y agreste piel que ha vivido demasiado, cubre el firmamento con ella que así será mucho mas útil.

Y aun será poco comparado con lo que sentía antes de que regresara tu alma vestida de palabras guerreras abriéndose paso por la constelación de tantos besos recién suicidados en ofrenda a un dios que muere en el ocaso de la mujer a la que quiere demasiado.

Delira de alegría la manada de ingenuas y optimistas ovejas que cuidaban tiernos conejos diezmados por serpientes que desde hace días se llenaban de nuevos venenos para morderlos y tragarlos sin misericordia alguna en complicidad con los hambrientos y despiadados lobos que habitan las boscosas estepas de mi alma.

Trágame sin deletrear mi nombre que a veces ni yo mismo reconozco. No te culparé por borrarme de tus horas si yo con las que recuerdo ya sería feliz. Apártame de ti y cierra los ojos para llenar de nuevo tus pulmones de otros aromas que no sea el de mi aliento. Transpórtate en tus letras de seductora piel y dulce alma sin hacerle caso a las enceradas alas o a la vaca de madera que construye Dédalo, y evita la desgraciada gloria de Icaro y Pasifea. Hazte paso creciendo como te plazca sin erigir paredes que se llenen y oscurezcan de mis hiedras.

Tu ya me glorificaste al susurrar que aun me quieres y que recordarme te produce una alegría con raíces abrazando algunas partes de tu alma. Dame un último beso y déjame verte la mirada de lágrimas llenas de esperanza que iluminarán el camino de mi partida que ojala sea el de regreso cuando así me lo pidas.