Wer die schönheit angeschaut mit augen, ist dem töde schon anheimgegeben..
[Quien ha mirado con sus ojos la belleza ha dejado su suerte en manos de la muerte]
Conde August von Platen (1796-1835)
INTROITUS
Hermosa y lejana ninfa
a vuestra estoy postrado.
De Poseidón hija, de la Luna rival,
has hecho que mi risa no (me) haga falta,
pues con la vuestra la cubrías .
Vuestra saeta, sin querer clavaste en mí.
Profunda, quemante, lacerante…
Sin querer, pues no me perteneces,
sin querer, porque a otro mortal estás consagrada.
Herido y en silencio me alejo,
en silencio pues no lo notas,
en silencio porque solo en mi cofre lo guardo,
para volver a mis lutos,
para entrar en mis sepulcros.
Oh!! Graciosa careta
que ocultas mi desdicha
Tú eres la única que me pertenece!
I [Canto Primero]
“¡Qué es preciosa la lluvia cayendo fina sobre mi rostro! Despacio, una a una, las gotas caen por mis mejillas. El aire revolotea en mi rededor, todo es dicha y tranquilidad, todo esta extraordinariamente hermoso, ¡cada detalle es especial! Cada ola del majestuoso mar parece saludarme (hoy), cada cosa que diviso en mi camino es sólo belleza y pureza. Cada color, cada ornamento me parece nuevo… Como invitándome a contemplarlo. Incluso el Sol que a ratos se ve, escondiéndose y saludando como un niño travieso, se ve fascinante. Hacía años que el Sol no besaba mi rostro sin máscara (y al principio sentí temor), pero hasta ese roce me pareció agradable.
¿Por qué esta todo tan bello? ¿Por qué ni siquiera veo un atisbo de maldad? ¿Será que todo se ha engalanado hoy para recibirme o es que al abandonar mis lutos todo me parece nuevo?
II [Canto Segundo]
¿Por qué te amo tanto si no te conozco?
¿Por qué me hundo en desiertos si no me sonríes?
¡Cuanto te amo en silencio, desde lejos, observándote desde mis sombras!
Por qué me da miedo hablarte y me encierro en una máscara?
¡A veces os siento tan cerca, que podría rasgar el velo que nos separa y rozar tu rostro con mis dedos!
Despierto, y la realidad me sobrepasa. Sólo es Cupido que juega con mis sentimientos. Imaginando cosas, percibiendo algo que no existe.
¿Por qué el amor nos hace tan vulnerables?
III [Canto Tercero]
Cuando estoy en medio de los mortales, me siento tan distinto a ellos. Como un extranjero en tierra de lengua extraña, como un forastero así soy a ellos. Sus voces, sus banales risas, me golpean como un crepitar de campanas, que me hieren, que me desorientan, obligándome a encerrarme más en mí. Agazapado, escondido, esperando escapar y librarme de los que me rodean. Sólo el odio y el desprecio por ellos me mantiene en mi lugar. Si ellos arrancaran mi máscara ciertamente se asustarían y con pavor escaparían, sin saber que soy Yo el que se siente atemorizado por ellos, soy Yo el que desea escapar. Pero cuando la veo me hace olvidar mis angustias, y aunque sea por unos segundos y sin que ella se lo imagine, eleva mi alma a un plano que aún no conozco y por ende no comprendo, como es la felicidad, para luego hundirme en mis avernos.
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