La noche es oscura y solitaria, son las tres de la madrugada y espero sentado una nueva presa, una mujer con la cual darle rienda suelta a mi placer; desatar este esperpento humano que soy y engrandecerme por unos minutos en mi miserable vida.
Por mi mente da vueltas mi plan de seducción, la violencia no forma parte del acto; más bien, las hago desear para que ellas sólo se dejen llevar.
Tampoco llego a besar porque eso involucra demasiados sentimientos de los cuales, no quiero formar parte.
De repente la escucho, es una chica, su andar me dice que va demasiado aprisa, así que inmediatamente me pongo de pie y doy algunos pasos rápidos para alcanzar a verla.
Llevo bastante tiempo acechándote en la oscuridad, incluso a plena luz del día, queriendo saber tus movimientos, y por fin te pillé a solas.
Quizá me has escuchado, porque comienzas a acelerar aún más el paso, así que me oculto tras la calle, a esperar el momento indicado.
Ya estás aquí, me cruzo en tu camino, hasta quedar frente a ti. No tienes a donde ir ya que detrás, está solo la pared.
Se nota que estás asustada, quizá esperas que te asalte o que haga algo peor.
Los minutos pasan, y sólo puedo observarte, conocer tu expresión de miedo, y ver como desvanece poco a poco de tu rostro.
Ahora voy a actuar.
Levanto la mano y la dirijo hacia ti, mi única intención es tocar tu rostro y hacerte perder el miedo y también esa actitud de defensa.
Pero al verte cerrar los ojos, quizá imaginando lo más terrible, me doy cuenta de que aún no estás lista, así que continuo observándote.
Ha pasado demasiado tiempo y es la primera vez que me conformo con solo ver, oler tu perfume logra llenar mis sentidos.
Ya estás más tranquila. Es momento de actuar, ahora sé que no gritarás.
Me acerco lentamente a ti y me tomo el tiempo necesario para desabrochar tu pantalón; lo hago muy despacito, para evitar que te resistas. Tú sólo me observas.
El ver tu vientre, me provoca inclinarme a besarlo, nunca lo he hecho con tanta ternura.
Ahora has dejado de temblar, ojalá comiences a desear algo más. En realidad, es absurdo lo que pienso, seguramente te repugne todo esto.
He deslizado tu pantalón hasta el suelo, mis manos suben disfrutando cada parte de tus piernas. Eres tan excitante.
Tu ropa interior, solo es cuestión de hacerla a un lado. El deseo me invade.
Deseo penetrarte con la humedad de mi lengua, así que subo tu pierna sobre mi hombro para poder hacerlo.
Volteo hacia ti, tratando de mostrarte la satisfacción que me brinda cada uno de tus suspiros. Realmente me dejas sin palabras, no puedo entender que te guste y lo disfrutes, me parece que estoy enloqueciendo, jamás imaginé esta situación.
Quisiera estar más cerca de ti, tu cuello clama ser besado y yo no tengo las agallas para resistirme. Mientras lo beso, introduzco dos de mis dedos en ti, sólo quiero que sientas placer, el mismo que me haces sentir.
Tus piernas comienzan a temblar, quizá esto es demasiado; me estás haciendo desvanecer, y eso es peligroso, asi que paro. Decido mejor encaminar mis dedos hacia tus boca. No quiero hacer todo esto más complicado.
Tu lengua disfruta cada gota de lo que te ofrezco, nunca nadie me había excitado tanto, a la par que sorprendido.
Un impulso me lleva hasta tus labios, quiero saborearte... pero el rozar tu lengua, me hace recordar lo que no debo hacer, así que me alejo rápidamente.
Intento huir de este deseo, quiero besar tus labios; pero temo no poder alejarme luego. Te doy la vuelta hacia la pared, mis manos entran bajo tu blusa, quiero tocar tu piel.
Mi lengua recorre tu espalda, quiero sentirte cerca así que me pongo detrás de ti.
La noche nos brinda su silencio, un silencio que interrumpo al subir el cierre de mi cazadora. Creo que el sonido te confundió, porque ahora me brindas el placer de tus caderas, como un acto instantáneo e impulsivo.
Quiero hacerlo, quiero sentirme dentro. Tu cuerpo es algo, a lo que definitivamente no me puedo resistir.
Estando dentro, comienzo con un suave vaivén, no quiero lastimarte. Sólo deseo provocarte sensaciones de placer, aunque pareces algo molesta, me cuesta penetrarte fácilmente.
Todo es tan excitante: la noche, el instante... pero nada como tú.
Llegó el momento, siento como el placer te hace perder fuerza, me entregaste una parte de ti. Me causas tanta ternura que solo puedo ofrecerte un suave beso.
Mis sentimientos hacen su aparición, comienzo a sentir algo más que deseo, así que el temor me aleja de ti. Es como si tú estuvieras acobardándome.
Das vuelta, y me miras como intentando decir algo, tal vez lo mismo que me gustaría hacerte saber. ¡Como puedo ser tan estúpido!
Rápidamente tomas mis hombros, y me dejas en el que era antes tu lugar. Acercas tus labios a los míos, realmente quisiera besarte pero tengo miedo; me empeño en huir de ellos cual desesperado.
En un instante ya estás en cuclillas frente a mí, tomas mi miembro entre tus manos, y lo rozas muy suavemente con la humedad de tus labios, disfruto cada momento, cada movimiento dentro de tu boca. Tu lengua deslizarse una y otra vez…¡siento morir!
Estoy a punto de estallar e intento decírtelo, pues no quiero que te molestes si llego a terminar dentro de ti. Sin embargo, continuas dándome placer hasta el final; a pesar de ser un sin nombre que está acosándote sin perdón.
Ahora está en ti el placer que me diste toda esta noche. Te pones de pie mientras me dedico a observarte. Quiero grabar tu imagen en mi memoria para nunca borrarla.
Creo que el final llegó, alguno de los dos será el primero en marcharse. Siento que tienes ganas de salir corriendo.
Me gustaría decirte cuanto lo disfrute, pero me es imposible, no he dicho palabra en toda la noche y ahora no encuentro el valor para hacerlo.
Quizá ni siquiera te importe lo que diga. Sería absurdo decirte que aunque lo hago muy a menudo nunca lo disfruté tanto como hoy. Que nunca sentí algo como lo que estoy sintiendo por ti. ¡Pero qué absurdo si habrás sentido arcadas y quien sabe qué cosas más! Ni de lejos estarás sintiendo algo que no sea rabia y odio por mis actos.
Te noto pensativa. No puedo estar más tiempo frente a ti deteniendo esto que siento, tengo que alejarme cuanto antes.
Doy vuelta mientras agacho la mirada evitando verte una vez más, camino hasta perderme en la oscuridad en la cual te encontré. Acelero el paso para evitar problemas.
Son casi las cuatro y media de la madrugada y aquí estoy, solo. Resignándome al ver que te alejas bajo las sombras; aún logro sentir el sabor que dejaste en mis labios, aun sigo sintiendo el hueco que dejas en mí. Pero todo pasará con otros cuerpos y otras humedades; con otros vértigos y quien sabe que más… pero no puedo evitar sentirme mal. Quisiera haberme llevado algo más.
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