MÁS ALLÁ
Esperando en la oscuridad, acechando como una bestia herida, se encuentra la muerte. Pero yo me pregunto que existe más allá. Es acaso ese lugar hermoso, lleno de luz y de amor, al que llaman cielo. O quizá se trate del océano de fuego y azufre conocido como infierno. Aunque, por otro lado, también podría ser el limbo, el lugar en el que reina el silencio y donde no existe el sufrimiento ni la alegría. La verdad es que desconozco lo que existe más allá del umbral que divide la vida y la muerte, pero de algo estoy seguro, sin importar lo que me este esperando, lo enfrentaré con valor o por lo menos con resignación.
Es gracioso, he sido medico por 20 años, la vida y la muerte son cosa de todos los días para mí, sin embargo, es ahora cuando sé que voy a morir que en verdad comprendo la angustia de todos aquellos a los que anuncié su muerte o la de sus familiares. Siento náuseas al recordar tantas veces en que tras el deceso de un paciente en la sala de operaciones, llegue a mi casa y sin darle mayor importancia a lo ocurrido le hacia el amor a mi mujer. ¿Es por que soy médico que me he vuelto insensible? Tal vez, esa sea la razón, solo así he podido enfrentar los horrores de esta profesión.
Ahora soy yo, el que esta postrado en una cama, invadido por un terrible cáncer que me destroza las entrañas. Es cuestión de tiempo antes de que exhale mi último aliento. No me preocupo por mí, a pesar de que conozco bien los terribles dolores que ya empiezan a abatirme, en realidad, estoy preocupado por mi esposa y mis hijos. Por mi estúpido orgullo de hombre, nunca permití que mi mujer trabajara, y a mis hijos los consentí demasiado y ahora son unos vagos sin oficio acostumbrados a vivir de mi dinero. Desafortunadamente, nunca preví esta situación y los gastos de mi tratamiento han consumido la mayoría de mis ahorros. Lo poco que queda no alcanzará por mucho tiempo, y me angustia pensar lo que pasará con mi familia.
Ya es demasiado tarde para arrepentirse, no existe solución. Solo me queda la esperanza de que mi muerte fortalezca a mis hijos y los haga encontrar el camino correcto, espero que ayuden a su madre, que nunca la dejen sola. En otras palabras, espero que mi muerte sea un mejor ejemplo para mi familia de lo que fue mi vida. Y desde el más allá contemplaré el destino de aquellos a los que amo.
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