Miseria:
Algún día, no en esta vida, estuve erguido, con el rostro sonriente porque caminaba recibiendo un viento suave, casi primaveral. Algún día, no en esta vida, estuve erguido, queriendo ser—como en las fotografías—una silueta superpuesta sobre un atardecer, tan feliz que no me importó renunciar a lo demás, a la vida que a mis espaldas el sol pintaba de majestuosidad. Partir con el sol, cautivado por tan espléndida despedida, como si se tratase de una última aparición ante los hombres. Algún día, no en esta vida, otro hombre, mil hombres, no olvidaron en su frenético trasegar, que sólo les tendí la mano, desde el suelo, para que me ayudasen a ponerme en pie. Algún día, tal vez en otra vida, la mano trepidante que extendí desde la inmundicia, no fue escupida.
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