[Por su obra “El Collar de la Paloma” escrita en 1022, Ibn Hazm podría ser considerado autor del mas sofisticado tratado de amor platónico, que a su vez influyó en el desarrollo de la tradición del amor galante y caballeresco, los trovadores y literatura romántica que florecieron en el mediodía francés del siglo XII regándose como pólvora civilizando a la salvaje Europa medieval -los que han visto la versión cinematográfica reciente de “Tristan e Isolda” pueden captar la idea, aunque de la peor forma posible-. Ese platonismo de los cantos al amor lejano, difícil y esencialmente adultero guarda semejanzas, digo yo, con las relaciones cyber-amorosas de la era digital. Erudito intelectual árabe-ibérico de vasta y profunda obra que comenzó a conocerse y apreciarse nueve siglos después en lo que hoy es España, mas o menos exorcizada del antiguo canibalismo cultural de Castilla y León. A manera de apostilla, su abierta homosexualidad debería hacerlo merecedor -de nuevo, digo yo- de un lugar prominente en la literatura de amor gay, pero ellos aun no han leído el “collar” de Ibn Hazm como leyeron el “de profundis” de Oscar Wilde.]
Ha visto y sentido mi alma nacer de fuego al amor
Primera chispa inflama forjando sus propias fibras
Se consume luego de pasión a si mismo caníbal
Muere entre brasas de celos, rabia, pena o dolor
Fénix alado fuego que transmuta de alma en alma
Rara vez en la misma renace y vuela con igual fulgor
Es día más que noche, sorprende el aroma de sus flamas
Muere y nace escupiendo colores al atardecer y el alba
Festín dionisiaco es amor para mis demonios y sátiros
Vestidos de gula comen, vuelan y revuelcan sin fin
No hacen caso a razón, se embriagan de lo fantástico
Drogados y viciados alucinan rebelados en motín
La resaca sangra en noche oscura, picante y amarga
Mientras mayor el hambre que deja el banquete y orgía
Más caudaloso fluye el rojo lodo en el río de dolor
Tiñese la vida mutando amarga, sabia, cruel o epifanía
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