Hay días en que me levanto y siento como si toda mi vida fuera un sueño que se disipa con la luz de la mañana. En mí cama acostado, sintiendo la fricción de las sabanas mientras me estiro para ver si aún tengo manos y pies, me encuentro tratando de descifrar en que espacio de tiempo estoy y aún que todo a mí alrededor me es perfectamente conocido y familiar no puedo evitar sentir una sensación de vacío. Comienzo a levantarme, el hombre es un animal de costumbre como bien dice el proverbio, pero ¿es la vida un estado de conciencia, de existencia o simplemente estamos vivos porque estamos acostumbrados a vivir? El sol golpea mi cara, siempre y cuando no este nublado, y como un reflejo mí día continua, voy a donde tengo que ir, hago lo que tengo que hacer, habló con quien tengo que hablar, como si mi cuerpo no me necesitara para llevar la normalidad de las horas que pasan a mi alrededor. Y voces me hablan, voces con las que comparto este sueño entre nacer y morir, y yo hablo con ellas, y las llamo padre, madre, hermano, hermana, amigos, compañeros, desconocido hablo con ellas, me alegro con ellas, me entristezco con ellas, me enojo, me animo, comparto, canto con ellas y aun que todo a mí alrededor me es perfectamente conocido y familiar no puedo evitar sentir una sensación de vacío, como si toda mi vida fuera un sueño que se disipa con la luz de la mañana, como si todo esto fuera el lejano recuerdo de algo que ya había hecho o dicho. |