Qué oscura encuentro esta mañana,
rodeada de encuentros prisioneros,
integrada en la vida pasada
y en los cálices eternos.
Qué extraña encuentro esta mañana,
sin tí a mi lado,
no veo las hazañas
de los viejos derrotados.
Ni se alzan banderas,
ni se oyen pensamientos,
hoy sólo se tiran piedras,
en tejados propios, y ajenos.
No se oye el latir del corazón,
de quién marchó a esa guerra,
ni siquiera los disparos,
de quienes le arrancaron su era.
Sólo escucho silencios,
en aulas y parlamentos,
y mientras, en tu corazón,
suena ese himno sereno.
¡Arrancaos ya de vuestro pecho,
esa espina que os produce insomnio,
esa llaga que escuece dentro,
y gritad al mundo que sois propios!
Mientras, seguirán oscuras y extrañas,
esas mañanas de plenos,
mientras, no colgaremos guirnaldas
para celebrar un casual consenso.
Añoro esa mañana
de Sol hasta los topes
de alegrías y cánticos
de un pueblo sin reproches.
Nos negaron esas mañanas,
los que traían la noche,
nos quitaron mañanas
con gritos sin voces.
Marchas sangrientas,
de unos y otros,
trajeron a España fosas sépticas,
hiel y escombros.
Pájaros de Alemania,
que defecaban sin gracia,
tiburones italianos,
que nos hicieron de secano.
Hoy todos admiran el "Guernica"
de un gran "Picasso",
incluso ven belleza,
en un puzle de rostros y brazos.
Somos seres prefabricados,
con materia natural,
pero consiguieron crearnos
con mente superficial.
¡Despertad ahora,
del olvido impuesto,
Dejad de lado,
esos pactos de silencio!
Entonces veremos mañanas,
veremos tardes y noches,
claras, muy claras,
como siempre debió ser nuestra España.
Echemos una mano,
a quienes son arqueólogos a la fuerza,
y extraigamos esos huesos,
de su gente amada, que murió por nuestra tierra.
Contemos a nuestros hijos,
que todo es muy diferente,
a como nos lo contaron los maestros,
que se pasaron de prudentes.
Levantemos nuestras manos,
abracémosnos al prójimo,
y mostremos a todo el mundo
que en España... somos hermanos.
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