“CUANDO MI SEGURIDAD SE FUE
ENTRE SUS PIERNAS”.
Esa mañana de no sé que año, y si lo sé no pienso decir, estaba arto de mis infortunios. Era demasiado cierto que otro mas y me volvería loco, además, que decir del ocaso en que todo México estaba envuelto.
Pero bueno, estaba con que ya no podría mas con los problemas (o al menos eso creía) y precisamente a las 9:37 de esa misma mañana, la maestra de educación ambiental me anunciaba fuertemente y en tono de humillación, claro que frente a todos mis compañeros, que en su materia tan importante para desarrollarse en la vida, había sacado un increíble 4 debido a que no supe diferenciar un “no se que” de un “no se cuando” en la prueba de examen de ese bimestre. Claro que la risa de mis colegas no se dejo esperar, y el de la maestra tampoco ya que nunca le caí muy bien que digamos, además yo había sido el culpable de un accidente en el laboratorio del que casi le costo el puesto.
Pero, que mas da la risa de todo ellos o aquel cuatro en la hoja del examen, en realidad lo que a mi me importaba era Sofía, aun no comprendía la canción de despedida que me dedico en una estupida carta para que de ese modo no me diera la cara la muy puta, ¿Por qué no mejor me dijo que era yo un pendejo y que el otro güey por quien me dejo era a su parecer mejor que yo? ¡Pinche Sofía carajo! Tan fácil que hubiera sido decirme esto y no medio un montón de versos pendejo de una canción de mierda.
Tota la vida siguió y a su lado yo, pero lo de Sofía era molesto y doloroso todavía al igual que las patadas que mi padre me dio, al saber que le mente la madre a la maestra de Educación Ambiental, cuando me pregunto el ¿Por qué? De no haberle dicho a mi papá que lo había mandado llamar, por que no quise salir en el bailable pendejo igual que mi maestra; pero que no mame, ella quería que bailara Charlestón al mismo tiempo y compás de una ridícula tonada: ¡Ay, ay, ay, ay, mi querido Capitán! Pinche vieja loca.
Pues bien, uno de esos días donde el Sol no lo ves igual y sientes que no podría ser peor, me dispuse a entablar una conversación con una compañera nerd de mi salón, se llamaba Amanda, claro que comenzó todo bien, pero de pronto me califico como un mediocre e ignorante, por supuesto que yo me indigne y con el sobrante de dignidad que me quedaba me dispuse a enojarme, y la rete para ver quien era mejor y sacaba las mas altas calificaciones ese periodo, se rió y acepto. Pinche vieja estupida creía que con su alto promedio iba a superar su modus vivendis.
Después de meditarlo un poco, me di a la tarea de aplicarme en la escuela, de sobresalir más que ella, y así fue. Comencé a sacar mejores calificaciones, al grado que me atrevería a decir que la de Ambiental me hablaba mejor y me desconocía, creo que por fin se empezaban a dar cuenta de lo que yo podía ser capaz, claro que tiene su precio, Javier mi buen amigo, decía que me había vuelto bien mamón, que por que ya no iba a echar cascarita (retas de fútbol) con todos los del salón. Yo me prgunto ¿Qué puedo hacer en estos casos? Era mí deber salvar mi nombre y el de toda mi descendencia, que iban a decir mis hijos.
Por fin llego la entrega de boletas y nos dio un gran gusto mis calificaciones a mi padre y a mi, claro que a la que no le dio tanto gusto fue a Amanda, ya que fueron mas altas que las de ella, sin embargo ahora tenia que cumplir con restregárselo en la jeta para que no se volviera a meter conmigo, con Fernando Gamboa, no, no, no, … con El magno Fernando Gamboa.
Pues depuse de unos cuantos días, me percate de que ya era parte de su vida ya era uno mas de sus pocos amigos, y me decidí a ser su novio saliendo bien librado y recibiendo un Si a la pregunta.
Todo estaba bien, mas de repente depuse de cuatro meses, para ser exactos una semana antes de mi cumpleaños, ella rompió conmigo dando por terminada mediante una pendeja, apestosa y vomitiva carta nuestra relación, pinches viejas creen que con una explicación en papel no se necesita nada mas, como si los pinches besos y fajes que le di hubieran sido por correspondencia, yo como buen humano que soy le pedí en forma breve y bajo las reglas de la mas humilde urbanidad (ja,ja,ja) que me explicara esta puta situación, que no entendía y que por supuesto no iba a leer en su carta , aunque confieso que si la leí, y después me arrepentí, pues el pinche Manuel (otro de mis amigos) se empezó a burlar de mi, repitiendo una frase del escrito que Amanda de seguro había sido influenciada por otro pendejo igual que ella Miguel A. Cornejo, la frase decía así: ¡Échale los kilos! Que traducida a algo más coloquial queda así: ¡Échale muchas pero muchas ganas! Esto entrelazado a un comentario de que nuestros caminos se separaban y no se cuanta cursilería y pendejadas mas eran letal, máxime si tienes al cabrón de tu amigo al lado cagado de risa.
La verdad todo esto me causaba un desequilibrio en mi puberta y corta vida; pero, que mas da, solo es una novia de la secundaria, una estupida niña boba que no sabe apreciar la belleza de la vida, o tal vez si y por eso también me dejo al igual que Sofía.
Saben? Si fueron importantes en mi vida, me ayudaron a entender mejor las cosas, a saber como prescindir de sus encantos y de abrir los ojos cuando todo es turbio, desde ahora yo no me dejo desanimar.
A fin de cuentas esa cosas le pasan a cualquiera por que no me habría de pasar a mi? Y viéndolo bien después de todo y subjetivamente claro esta, no me creo que todo haya salido tan mal.
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