En un gentil pueblo del sur del país,
una hermosa niña, blanca como una flor,
nació en un jardín.
Por las calles silentes de aquel pueblo senil,
volaba cual mariposa, entre las flores de su jardín.
A pesar de la lluvia y el viento sin fin,
su risa de niña tronó entre las flores de ese jardín.
El hielo y la nieve la quisieron cubrir,
más su calor de niña, cual volcán febril,
las transformó en finas gotas de rocío de Abril.
Un día cualquiera, de aquel otoño gris,
el niño de arriba le pidió venir,
juntos juegan ahora, en otro jardín.
Su padre en silencio la mira partir,
nadie le explica porque se fue así,
siente muy dentro su alma morir.
Jardinero, te ruego, no sufras así,
si riegas de noche su recuerdo infantil,
encontrarás cada mañana una flor blanca para tí. |