Su silencio reptaba por mi vientre hasta rozar mi corazón.
Su silencio era agudo, húmedo y ardiente.
Su silencio era amargo por momentos, y a veces dulce en instantes tan breves como el latido de un moribundo.
Su silencio era Clemente como el suspiro del Cristo Torturado
en la iglesia de San Marcos.
Su silencio era la vida de mis obsesiones.
Su silencio me desconocía en los días soleados, y me amaba cuando las tinieblas abrazaban mi alma.
Su silencio cantaba adagios tan tristes que el cielo lloraba semanas y meses.
Su silencio me mordía el cuello y me excitaba.
Su silencio me hizo hombre una tarde de julio bajo la sombra de un nogal.
Su silencio se robo mi aliento juvenil una mañana de octubre cuando al fin expiro y dejó paso a un perverso adiós.
Desde ese instante odie el silencio.
Texto agregado el 11-06-2006, y leído por 139
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
30-08-2006
Poesia de versos largos en expresiones limpias y buenas imagenes... bueno. pisa-papel
20-06-2006
Su silencio a veces pudo cosas que las mil palabras matan.
Es precioso. keller
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